COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO

 
VIVIR EN CERCANÍA, SIN SER CERCADOS,
CON EL AUTOR DE LA LUZ EN EL SER HUMANO
(Entre lo incuestionable y lo incognoscible)
 
En este mundo todos somos sirvientes,
y  ¡ay! de aquel que se sirva y no sirva, 
pensad que somos un poema de luz,
y que estamos llamados a esclarecer,
a formar parte del horizonte de la vida.
 
Verso a verso entramos en el universo,
en el poema de Dios, en su voz mística, 
que nadie ni nada nos desuna el pulso,
por el que coexistimos, cohabitando, 
para sentirnos familia del Crucificado.
 
Repongamos la lírica como alianza, 
que el poder no se apodere de la senda, 
sino el amor, la donación de amarse, 
para llegar a amarnos en cada paso, 
en cada soplo, y ser justos en el verbo. 
 
Que lo armónico es lo que nos iguala,
lo que nos enlaza y ensalza como ser,
lo que nos anima y reanima el alma,
lo que nos equilibra océano adentro, 
pues tras las olas nos crecen las alas. 
 
Y así, lo más pequeño se engrandece, 
lo humilde nos enternece y aproxima.
Ninguno olvide de acusarse a sí mismo,
ante el autor que nos puso a caminar, 
dejemos la coraza, seamos más corazón.
 
Nos hará bien pensar a golpe de latido, 
hacer  examen  diario de nuestro andar,
pedir perdón y ofrecer el propio espíritu, 
desde el primer albor al último de los días; 
pues somos penitentes hoy, mañana poesía.
 
Como creación de ese acto del Creador,
los labios celestes del cielo nos instan
a vivir en cercanía, sin ser cercados, 
pues si la ternura es la plenitud del hombre,
la cruz nuestra libertad y Jesús la compañía.
 
 
 
Víctor Corcoba Herrero
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29 de septiembre de 2018