Sometido "El Todo Poderoso" ante la Justicia

Hoy me llegó una carta de Lourdes Ojeda Serrano, estudiante de posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien denunciara hace poco

más de tres años, al expresidente del Tribunal Universitario de la UNAM, Eduardo López Betanourt, por acoso sexual a su persona. Asunto por el cual se vinculó a proceso al catedrático y miembro destacado de la máxima casa de estudios.

En virtud de la conmemoración del “Día de la Defensa de los Derechos de las Mujeres”, así como por la relevancia que merece el tema ya solicitud de la firmante. es que me permito hacer pública la presente misiva.

Ciudad Universitaria a 8 de marzo del 2022.

En este 8 de marzo , una razón más para exigir a las autoridades externas y de la UNAM, la palabra que a diario está en boca de las mujeres, JUSTICIA.

Soy Lourdes Ojeda Serrano, he sido acosada de índole sexual, he sido perseguida, he sido amenazada, por un poderoso expresidente del Tribunal Universitario de la máxima casa de estudios del País.

Llegar a la licenciatura a los 18 años no es algo sencillo para nadie, pero es particularmente difícil hacerlo si eres mujer. Es más difícil aun cuando, como la mayoría de las mujeres, acude a una universidad pública, como la UNAM, pues ahí no eres un cliente que paga y puede exigir, sino un número de cuenta . Si hoy es muy difícil, hace poco más de 20 años, cuando asistía a la licenciatura, era aún más.

Vas a estudiar una carrera profesional, te rodearás de gente con un grado importante de educación y varios de los mejores profesionales del país serán tus profesores. Sin embargo, también vas a enfrentarte con que algunos de esos grandes profesionales, también son viejos lobos, acostumbrados a manipular a mujeres jóvenes que apenas abandonan la adolescencia, que algunos no tienen ni mundo, ni recursos, que solo tiene el gran sueño de estudiar para salir adelante, para convertirse en alguien, para liberarse.

Eso me pasó a mí, llegué a la Universidad Nacional Autónoma de México con la ilusión de convertirme en una gran abogada. Nunca me imaginé que me recibiría en los primeros semestres de la carrera, un depredador que llamaré por situación jurídica E.LB. hombre muy adulto, astuto, mañoso, rico, poderoso y prepotente. Acostumbrado a humillar y denostar alumnos ya hacer toda clase de comentarios y sugerencias de índole sexual a las alumnas, escudado por supuesto en la posición de poder que tiene cualquier profesor frente a sus estudiantes, y en una extraña seguridad gansteril con la que él particularmente se ha conducido siempre.

Como pude, con enorme mortificación y siempre temiendo por mis calificaciones, sobrellevé y soporté esa incómoda situación mientras duraron los cursos que llevé con ese pendiente de la sombra de ese personaje. Supe por otros alumnos y profesores, a manera de advertencia, que era paisano mío, guerrerense, pero también que era un tipo peligroso con mucho dinero y muchas relaciones dentro y fuera de la universidad, razón por la que se permitía hacer lo que le viniera en gana con alumnos y alumnas. Era 1999 y en aquellos tiempos la violencia de género estaba mucho más normalizada que ahora, así es que debo confesar que nunca denunció al sujeto, pues en aquellos años hacerlo implicaba firmar una sentencia de no titulación, según decían compañeros, compañeras y profesoras.

Terminé mi licenciatura, emprendí mi vida en hogar con mis hijos y mi esposo, así como mi vida profesional y, 20 años después, cuando me decidí a regresar a mi Facultad para estudiar un posgrado me encontré con el mismo desagradable sujeto. En edad avanzada pero también más arrogante, más seguro de sí mismo, más empoderado y, dicen que más rico. Era el mismo acosador de siempre pero ahora era, además, el presidente del Tribunal Universitario, por ridículo que parezca, como tal tenía la

responsabilidad de salvaguardar a las universitarias de los acosadores. Hay que agradecerle al rector Enrique Graue haber guarecido, cobijado y puesto la Iglesia en manos de Lutero.

El alto Funcionario no tardó mucho en detectarme y reiniciar su acoso. Más grosero, más grotesco, más patán, me hizo saber que me quería llevar a su cama con palabras y frases dignas de un hombre criado en un arrabal. La diferencia estaba en que, aunque él era más poderoso, yo no era la misma joven asustadiza estudiante de la licenciatura. Tenía una licenciatura, una trayectoria profesional, una familia; lo que tenemos que hacer las mujeres siempre en el mundo laboral y social.

Cuando reinició su acoso, de inmediato discutí el asunto con mi esposo y, sin negar el temor que me ocasionaba enfrentar a quien decían desde entonces que era el colaborador más cercano del rector, y además un amigo personal del senador Félix Salgado Macedonio, gracias al apoyo de mi familia decidí plantarle cara y exhibir, en un evento público con él en el presídium, un cartel con el que lo señalaba como acosador. Así empezó una guerra que lleva casi tres años y que todavía está lejos de concluir.

Del acoso, el ex presidente del Tribunal Universitario pasó al insulto, a la ofensa y por supuesto, a la descalificación a mi persona como estrategia de defensa. Seguro de que en la UNAM era todopoderoso, trató de llevarme al Tribunal Universitario que él mismo presidía y se creía amo y dueño, actuando como juez y parte, y así juzgarme por mi queja en contra suya y expulsarme de la UNAM. Fue la intervención de una consejera técnica alumna en el Consejo Técnico de la Facultad de Derecho, que sensibilizó a los integrantes de ese cuerpo colegiado, la que detuvo la aberración que el entonces decano y pseudo jurista pretendía cometer.

Sin embargo, mi caso en la UNAM no avanzaba porque ni el Rector Enrique Graue, ni la abogada general, Mónica González Contró, atendieron ninguna de mis solicitudes de audiencia. Ahora sé que me ignoraron porque ambos estaban irrestrictamente del lado de mi agresor y que todo el protocolo de defensa de las mujeres ante la violencia de género en la UNAM es una farsa. Ahora sé también que el rector protegió hasta el desprestigio, a un acosador.

Ante la cerrazón universitaria acudí a la fiscalía de la CDMX primero y General de la República después. En todo momento, E.L.B hizo gala de sus relaciones y su influencia política, pues como en la UNAM, la FGJCDMX se quitó el caso de encima aduciendo que los posibles delitos ocurrieron en Ciudad Universitaria y al tratarse de un espacio federal (no creo que lo sea) el asunto correspondía al ámbito federal. Por fortuna fue ahí donde encontré comprensión, compromiso y apoyo.

Cuando la investigación empezó a avanzar, E.L.B advirtió que estaba perdiendo el control del caso y entonces empezó a fabricar culpables. Primero acusó al ex presidente del partido político morena; Alfonso Ramírez Cuellar de usarme para interferir en la vida universitaria, como si sus excesos y sus improperios pudieran considerarse vida universitaria. Después, cuando la coartada de Ramírez Cuellar no le sirvió porque la investigación continuaba, acusó al director de la Facultad de Derecho Raúl Contreras Bustamante, de estar detrás de mi para afectarlo porque lo había denunciado. Cuando eso tampoco detuvo las investigaciones, L.B elevó la mira y denunció a la Junta de Gobierno en pleno, como los jefes de una mafia universitaria que me manipulaba para agredirlo por sus opiniones “críticas” hacia el gobierno de la UNAM. Cuando nadie en la universidad ni siquiera su amigo el rector, hizo eco de sus acusaciones, entonces volteó a Guerrero y acuso a los diputados Amílcar Sandoval, Miguel Ángel Jáuregui y de estos nótese que dice literal que me usan como objeto para golpearlo, y así afectar

a Félix Salgado Macedonio. Ante el fracaso de esa nueva coartada y su imputación ante el juez por parte del Ministerio Público, E.L.B jugó su última carta política (tremebunda ocurrencia), acusó al fiscal, Alejandro Gertz Manero, de estar detrás de mi caso para afectarlo porque lo odia según él, vaya que el señor E.L.B describe enemigos por donde quiera.

Personalmente no tengo trato ni conozco, al C. Diputado Amílcar Sandoval y al Dip Jauregui, no tengo trato con los miembros de la Junta de Gobierno de la UNAM, menos aún con Alejandro Gertz Manero. Conozco a Raúl Contreras porque es el actual director de mi Facultad, pero no tengo ni amistad, ni trato con él más allá de lo que este asunto ha implicado para la Facultad y de mis peticiones para que el profesor suspendido desistiera de su ilegal intención de expulsarme de la universidad. Si yo fuera amiga de quienes mi victimario señala, seguramente le habría puesto un alto hace mucho, pero mucho tiempo, y no llevaría tres años exigiendo y demandando justicia por todos los medios posibles. Si yo fuera amiga de quienes el señor E.LB. asegura, no viviría con miedo por las represalias que puede tomar un hombre cuyo prestigio y su vida universitaria se acabó con este escandalo.

Busco justicia y solo justicia, busco que E.L.B pague por lo que me ha hecho sufrir y ahora sé, además, que se lo ha hecho a otros alumnos y alumnas que pasaron por sus aulas. Busco contribuir, a mi manera, para detener la violencia de genero en la UNAM, pues su rector no hizo nada por mi y no quiero que eso le ocurra a ninguna otra mujer.

Soy abogada y he dado, estoy dando todavía, mi batalla en donde aprendí que debe hacerse: en el ministerio público y en el juzgado. Ahí, las abogadas feministas también trabajamos y contribuimos de la misma forma que lo hacen las activistas que protestan y le exigen al poder garantías de seguridad y cese a la violencia contra las mujeres.

Mi lucha y su lucha son la misma lucha. Nuestro enemigo es el mismo: el patriarcado que hoy tiene rostro de un académico que enlodó a la UNAM y se llama E.L.B ex presidente del Tribunal Universitario.

En unas semanas se reiniciará el juicio contra este acosador. Por el bien mío, pero también por el bien de todas las mujeres universitarias, yo confío en que el juez hará justicia y procesará a este oscuro y peligroso personaje, para así obligar al rector Enrique Graue a expulsarlo a él, a E.L.B y no a mí como pretendía hacerlo este personaje prepotente, soberbio que humilla y acosa a las mujeres de la UNAM.

ATENTAMENE.

POR LAS MUJERES HABLARÀ EL ESPIRITU.

ALUMNA DEL POSGRADO DE LA FACULTAD DE DERECHODE LA UNAM LOURDES OJEDA SERRANO.

Hasta aquí el contenido íntegro del documento que me envió Lourdes Ojeda Serrano.

Eduardo Ramos Fusther
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 @RamosFusther
Licenciado en Derecho, Licenciado en Seguros y Fianzas y Administración de Riesgos. Maestrante en Pedagogía por la Universidad YMCA. miembro del Consejo Nacional de Honor de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT). Titular de "El Punto Crítico Radio". Editor del periódico El Punto Crítico. Con 50 años ejerciendo el periodismo.