López Betancourt: el doctor bipolar

Quizá parezca exagerado, pero a estas alturas no estaría de más que un especialista médico certificara, seriamente y con toda la calma que el caso

amérita, el estado de salud mental de Eduardo López Betancourt.

El profesor procesado por acoso sexual ha dicho tantas cosas, contradictorias y excluyentes entre sí, para explicar y justificar su proceso penal y su situación en la UNAM, que a estas alturas resulta casi imposible tomar con seriedad sus afirmaciones, sus posturas y, por supuesto , sus señalamientos contra terceros.

Conspiración en teórico de la conspiración, López Betancourt ha acusado a todas las fuerzas del mal, nacionales e internacionales, de confabularse para sacarlo de la Universidad porque, según él, su presencia resulta inconveniente para la “Mafia Universitaria”, que asegura haber combatido durante mas de 50 años. Creerle ya es tan difícil como conceder seriedad a sus sospechas, no solo porque cambia de dirección y apuntan hacia diferentes supuestos culpables, por lo menos cada semana, también porque él mismo se contradice con sus señalamientos.

Una semana es la “mafia universitaria que integra la Junta de Gobierno de la UNAM, otra es el fiscal Gertz Manero que impulsa una venganza personal contra él, a la siguiente es el director de Derecho, Raúl Conteras, a quien no perdona haber sido reelecto , y siete días después es nada menos que el rector, Enrique Graue, quien lo persigue y lanza campañas de odio en contra suya. Antes de haber acusado a todos esos “pillos” como él los define, el rijoso profesor dijo al morenista Alfonso Ramírez Cuéllar, como la mano que mecía la cuna en contra suya.

De tan contradictorios y poco consistentes, los dichos de López Betancourt se han vuelto irrelevantes a la misma velocidad a la que su “prestigio académico”, ese que presume cada vez que tiene un micrófono enfrente, se ha ido diluyendo en la UNAM.

A estas alturas del escándalo del acosador, que se dice perseguido político, será muy difícil olvidar aquella conferencia de prensa en la que acusó a Alejandro Gertz Manero de ser “un tipo que utiliza la institución más respetable del país para sus pasiones, sus venganzas y sus odios. Ese tipejo no puede seguir siendo quien garantiza la seguridad de los mexicanos ”. Con esas palabras, López Betancourt anunció la presentación de una demanda de juicio político contra el Fiscal General de la República porque, según él, lo persigue únicamente por razones personales.

Unas semanas después, el 18 de abril de 2022, en el diario La Razón y bajo el formato de Columna Invitada, que más bien parecía un espacio pagado al diario, López Betancourt dedicó un texto entero a lisonjear, sin medida ni decoro, al mismo Gertz Manero al que había llamado tipejo de bajas pasiones que usa la FGR para sus venganzas personales. Al referirse al fiscal, entre otras cosas, escribió Los avatares nunca le han confundido, tampoco le han disminuido su decidido y recto comportamiento. Lucha con dignidad ejemplar por causas justas, donde no deja de tener señalamientos, en su buena mayoría de mala fe, e intereses oscuros y descalificaciones. Insistimos, el Dr. Alejandro Gertz Manero es garante en la importante función de fiscal General de la República y, sobre todo, en la procuración de justicia mexicana”. Así fue como, para la pluma del profesor acosador, en unas cuantas semanas Gertz Manero paso de tipejo de bajas pasiones a paladín de la verdad y justicia. ¿A cuál Betancourt creerle?

Tampoco será fácil olvidar las palabras elogiosas que el catedrático siempre dirigió en público a Enrique Graue mientras acusaba de pillos a prácticamente todos los demás funcionarios, catedráticos y directores de la UNAM. “Enrique Graue es un gran rector, es una persona decente y yo lo he invitado a encabezar la transformación de la universidad”, decía López Betancourt. Pero cuando Graue dejó de respaldarlo porque finalmente la justicia procesó, las alabanzas al rector se volvieron amenazas. Desde Acapulco, en una conferencia de prensa organizada ex profeso para reiterar su denuncia de persecución política, López Betancourt manifestó, textualmente, que “Mi rector amigo no es doctor, es un médico cirujano, pero se dicen doctores, y ahí hay una disposición legal que seguramente tendrá que emprender porque yo lo voy a denunciar: usurpación de profesión. ¿Dónde andas mi querido Enrique? Te andas diciendo doctor que no eres…”.

Sin embargo, la discusión no gira alrededor de los grados académicos de Enrique Graue, sino de la solvencia moral y el prestigio de López Betancourt. Si el rector no es doctor y el abogado pretende hacer escándalo con ello, primero tendrá que explicarle a la comunidad por qué, si es tan honesto como dice, guardó silencio sobre el hecho mientras gozó del favor de Graue, y solo decidió hacerlo público cuando se sintió desprotegido por él. Si lo que dice sobre el doctorado de Graue es cierto, Eduardo López Betancourt es un encubridor y tendrá que rendir cuentas por ello.

En la misma línea están sus acusaciones contra otro de sus villanos favoritos: Raúl Contreras, el director de la Facultad de Derecho, que lo ha mantenido a raya por más de dos años. Cuando en 2019 se acercaban los tiempos de la reelección en Derecho, Eduardo López Betancourt peleaba en cualquier evento por el micrófono para hablar de la conveniencia y necesidad de reelegir al director de su facultad por la excelente labor realizada, según sus propias palabras. Sin embargo, de un día para otro cambió de opinión y, como si no hubiera empeñado su palabra haciendo campaña públicamente a favor de la reelección de Contreras Bustamante, como si hubiera recibido instrucciones de algún lado, López Betancourt empezó a bombardearlo con toda clase de denuncias y acusaciones, siempre sin pruebas, tratando de evitar su reelección.

Como dice una cosa, dice otra. Así es Eduardo López Betancourt, un día promovía la reelección de Raúl Contreras y al siguiente lo descalificaba; un día acusó de tipejo pasional y vengativo a Gertz Manero y a la siguiente semana le dedicó una oda en la prensa nacional; un día alababa a Enrique Graue y al siguiente lo acusaba de ser un fraude académico. ¿Voluble, incongruente, desvergonzado o de plano bipolar? ¿Cuál será el diagnóstico para este desprestigiado profesor?

Eduardo Ramos Fusther
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@RamosFusther
Licenciado en Derecho (TEC), Licenciado en Seguros y Fianzas y Administración de Riesgos (Universidad Marista). Maestrante en Pedagogía (Universidad YMCA). miembro del Consejo Nacional de Honor de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT). Titular de "El Punto Crítico Radio". Editor del periódico El Punto Crítico. Con 50 años ejerciendo el periodismo.