Desde el fondo de sus Viceras se obro en la Ley y el INE

Gobernar, hacer leyes y juzgar con las vísceras no es gobernar, es corrupción y le cuesta mucho a México y a los mexicanos y no se vale.   

En la mañanera del lunes 28 de marzo, el presidente de México, desde su conferencia de prensa diaria y matutina, ignoró que la “ira” es uno de los siete pecados capitales. Recientemente, a la alcaldesa de Cuauhtémoc, en la ciudad de México, Sandra Cuevas, fue obligada por un juez, a acudir a tratamiento sicológico, para controlar su ira. Mientras el presidente de México, da rienda suelta a su enojo, porque tuvo que aceptar, contra su voluntad, que México es un país de leyes. 

Ni el cargo de presidente, que López Obrador ejerce con ocurrencias y caprichos, atropellando el Estado de Derecho, ofreciendo abrazos, no balazos a la delincuencia organizada, puede estar por encima de la constitución. Esa misma que viola diariamente y que él mismo jurara, cumplir y hacer cumplir. 

La resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Nación (México), obliga a López Obrador a obedecer la constitución, el máximo tribunal electoral, se pronunció, frente a las violaciones al derecho electoral por él y su gobierno, el tribunal apuntó, que de no obedecer las leyes, dos colaboradores directos del presidente, responsables por obedecerlo, terminarían en prisión. 

No obstante, que mandó una parte de senadores de MORENA, su partido, a promover un decreto, que le facultaba a interpretar la norma constitucional – facultad reservada al poder judicial – para definir, qué debe entenderse por propaganda política, con lo que pretendía evadir la ley violentada desde su gobierno para alabar su imagen, pero el tribunal no lo permitió.  

Fue tanto la ira del presidente mexicano, que amenazó, al instituto y al tribunal electoral, con plantear una reforma constitucional, para que funcionarios de ambos institutos, fueran elegidos directamente por el pueblo, reproduciendo burdamente el método usado por Pilatos con Cristo y, no mediante el proceso como han sido nombrados por la cámara de diputados.  

El INE es el órgano encargado de calificar las elecciones, sin intervención de ninguno de los tres poderes federales que conforman el gobierno de México y sin influencia del presidente.  

El INE fue garante del proceso democrático por el que llegó López Obrador al poder, pero hoy en el poder, ya no le sirve a sus intereses antidemocráticos.  

En su enojo, olvidó que su partido no cuenta con la mayoría calificada que exige la constitución para reformarse. 

Recientemente el gobierno de López Obrador ordenó – porque no es una propuesta de los mexicanos – celebrar una consulta popular para “revocación de mandato” – con un oneroso gasto innecesario,  pero publicitándola como “ratificación” en tiempos de pandemia y estragos económicos, frente a los señalamientos de corrupción de su hijo, su prima y sus hermanos, ha intentado cambiar la agenda nacional distrayendo a los mexicanos de los temas nacionales prioritarios.  

No se puede gobernar un país con la víscera, ni gobernar, administrar, ni hacer leyes o decretos, motivado por odios, rencores, resentimientos o antipatías. México necesita estadistas, serenos, ecuánimes, que gobiernen con madurez, no que se dejen llevar por los vaivenes de su estado de ánimo o condición estomacal.    

El INE sí debe ser reformado, pero para mejorarlo, no regresar a obedecer los caprichos del presidente de México en turno.  

La reforma debe considerar, que no todos los mexicanos tienen los elementos de juicio para nombrar a quienes integran su máximo órgano electoral, debe formarse una junta de quince notables, honorables mexicanos, mujeres y hombres, preparados de capacidad y probidad manifiesta para que ellos sean quienes designen a todos los miembros de los organismos autónomos, embajadores, ministros de la corte y a fiscales de todo el país para evitar las cuotas de poder en los tres poderes. Un modelo similar a la Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM.    

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