La turbulencia del 23 y 24 en la UNAM

Solo quien no hace nada no se equivoca, la universidad es la institución educativa más emblemática de México, Latinoamérica y del mundo ibérico,

fruto del esfuerzo de muchas mujeres y hombres que han contribuido con su talento a la conformación y fortalecimiento de la vida intelectual, académica, tecnológica, cultural, científica y económica de México. 

Su forma de gobierno, organización y estructura ha inspirado a otras instituciones educativas, ha sido semillero de profesionales que fundaron y han dado vida a muchas generaciones de instituciones educativas públicas creadas en el país. No es casualidad que en todo México los principales pensadores y forjadores de todas las universidades han sido egresados de la UNAM y del POLI. Esa ha sido la función principal del modelo de educación superior mexicano, ahí muchas generaciones, además de conocimientos, habilidades y destrezas, han difundido y multiplicado cualitativa y cuantitativamente el potencial humano de los mexicanos, pero más aún, ninguna institución del país ha promovido la unidad e identidad nacionales como la UNAM. Sin duda eso justifica la molestia y el encono contra ella por quienes han hecho de la división y el enfrentamiento su fuente de poder. Frente a los que el rector Enrique Graue ha tenido que sobrellevar y a veces hasta privilegiar, como es el caso del incipiente Ackerman.  

    Todo este bagaje del espíritu universitario, se manifiesta en la filosofía y mística de servicio, característica solamente de los egresados de escuelas de educación superior pública. Por ello, las nuevas generaciones sostienen que los universitarios son 4x4 todoterreno, porque son esos profesionales cuya marca de distinción es resolver, dar respuesta y soluciones con las herramientas a su alcance. Porque saben sacar provecho de las circunstancias y de la adversidad, alumnos acostumbrados a fomentar la tolerancia, fruto de la concurrencia de esa diversidad que integra la heterogeneidad de orígenes sociales donde se privilegia la convivencia, condición difícil de encontrar en las universidades de paga, por el costo de colegiaturas que homogeniza su extracción social.  

Para el cambio de rector en 2023, cuando confluirán diversas circunstancias, entre ellas, las campañas para la presidencia de la república en plena efervescencia política, lo que augura una tormenta perfecta.  

Del cambio de gobierno federal, la disputa de gubernaturas en todo el país, significará una parálisis productiva que se reflejara en el encarecimiento de las condiciones económicas de la población, ello repercutirá en la UNAM por ser campo propicio para enfrentamiento de intereses de todo tipo en el seno universitario, la pregunta es si los universitarios estarán preparados, para resistir y lograr salir bien librados junto con la universidad y a la altura de esta.  

La tradicional influencia de sectores poderosos como los médicos, ingenieros, frente a la pulverización del bloque de las ciencias sociales, lo que ha allanado el camino de los médicos para ascender a la rectoría. Los médicos saben que han articulado su presencia para la designación de rectores, pero hay figuras sólidas que despuntan por su trabajo en sus escuelas – si acaso, no más de dos – que, de manera natural, se van posicionando, los ataques de los que son y serán objeto, es la muestra de su fortalecimiento.   

La noble tarea de la Junta de Gobierno, institucionalizada desde 1945, la primera estuvo integrada por: Antonio Caso, Manuel Gómez Morín y Fernando Ocaranza, ex-rectores, Manuel Sandoval Vallarta, Ignacio Chávez, Mariano Hernández, Jesús Silva Herzog, Manuel Martínez Báez, Abraham Ayala González, Federico Mariscal, Alfonso Reyes, Ricardo Caturegli, José Torres Torija, Gabino Fraga y Alejandro Quijano. Don Antonio Caso no aceptó la designación y lo sustituyó el Licenciado Mario de la Cueva.  

La Junta de gobierno lleva setenta y siete años de designar certeramente a las autoridades de la UNAM, ello la coloca como la institución universitaria de excelencia que debiera implementarse también en el país, para nombrar a todos los funcionarios que hoy designa el poder legislativo.   

Eduardo Sadot Morales

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