Pobreza

lavidacomoes

“Me abandonaste mujer porque soy muy pobre, y por tener la desgracia de ser casado "(El abandonado, corrido popular)

Laura, desde el calor de su cama escuchaba la serenata de uno de sus pretendientes. Como mujer se sentía halagada de que le cantaran bajo su ventana; sin embargo, recapacitó sobre la letra y se dijo: ¿Casado? Bueno, eso tiene solución;

pero, ¿pobre? En ese momento se volvió, acomodó su cabeza en la almohada, haló las cobijas hasta su frente y un par de minutos después, ya sin preocupaciones, ella estaba dormida profundamente.

Una vez más, México vive entre el catastrofismo y el optimismo extremos.

Mientras el magnate Carlos  Slim percibe al México del futuro con gran preocupación, las autoridades –como siempre- consideran la situación financiera  nacional como un mal menor.

Pobreza siempre la ha habido en nuestro país, y ésta ha sido generada, en el mayor de los casos, por falta de educación y cultura, promovidas ambas situaciones por los caciques políticos y tecnócratas que hemos sufrido por décadas.

Los mexicanos estamos acostumbrados a ver las crisis económicas como algo cotidiano: si la bolsa de valores baja, no importa, no tenemos acciones que nos preocupen; si el dólar sube, tampoco, pues no queremos ir al extranjero de vacaciones. Además, en el último “puente”, los hoteles de Acapulco y otros lugares turísticos estuvieron al cien por ciento de su capacidad y seguramente, en la próxima Semana Santa, ocurrirá lo mismo.

Quienes ven la macro-economía desde lo alto de sus poltronas, confían en que las grandes revoluciones se han generado por el hambre, y este no es el caso de México. En la francesa, la gente se lanzaba contra las panaderías; en la rusa, mientras los hombres estaban en el frente de guerra, las mujeres y los niños morían de hambre sobre la nieve en las calles de Moscú, San Petersburgo o Petrogrado; en tanto que en Cuba, los estadounidenses habían convertido a la isla en un burdel, mientras las niñas eran compradas a sus paupérrimos padres en los bohíos por unos cuantos dólares.

“El dinero no es la vida

Es tan sólo vanidad”

(Luis Alcaraz)          

¿Pobreza?, sí, siempre la ha habido,  pero esta no levanta armas.

Hasta hace poco, a los pueblos se les catalogaba en situación de pobreza extrema, pobreza grave y a los que menos les pegaba, en pránganas o jodidos. Ahora, con los nuevos terminajos de los tecnócratas estamos clasificados de diferente manera –aunque es lo mismo-. Así, el Consejo Nacional de Evaluación de la política de desarrollo social (CONEVAL) considera que el 42.6% de los mexicanos estamos en situación de “pobreza de patrimonio”, esto es: “la insuficiencia del ingreso disponible para adquirir la canasta alimentaria, así como realizar los gastos necesarios en salud, vestido, vivienda, transporte y educación, aunque la totalidad del ingreso del hogar fuera utilizado exclusivamente para la adquisición de estos bienes y servicios”. Luego, el 20.7% estamos en “pobreza de capacidades” y el 18.8% en situación de “pobreza alimentaria”.

San Compadre, no obstante vivir en el Limbo como todo pensador que se precie de serlo –a quienes se les paga sólo por pensar- ve peligrar su empleo y teme tener que  integrarse a una informalidad comercial, la cual es cada vez más precaria dada la contracción del mercado, y por supuesto, un aumento de la pobreza. Círculos viciosos a los cuales nos enfrentaremos en breve.

         Por otra parte, mientras en el mundo los gobiernos han disminuido los impuestos para resarcir en algo el poder adquisitivo de sus ciudadanos, en México, el gobierno promueve una serie de nuevas cargas fiscales y multas en continuo aumento para captar más billetes, que en muchas ocasiones terminan en cuentas secretas de los políticos.

         Alberto, ha descubierto que sus buenas y malas acciones no cotizan en Nueva York por lo que no le preocupa en lo más mínimo la situación bolsística.