La informalidad en la economía

CONGRESO MEXICANO

Un gran tema tabú, en el que parecería que se ha dicho todo o casi nada, donde al menos existen un ciento de teorías, posturas, opiniones, estudios, cifras, aciertos y errores, es de la economía informal. Como todo mercado tiene su

propia lógica, sirve en muchas ocasiones como una salida ante la falta (¿falla?) del gobierno de cualquier orden de proveer de formalidad y hasta para huir de ella.

Su regulación ha sido un reto constante para cualquier especialista, pero también una clara oportunidad de aprendizaje para entender que aquellos que recurren a su uso lo hacen porque están exentos de controles y son más baratos.

Sin embargo, su sola existencia termina por solucionar muchos de los espacios que la formalidad no logra atender. Y es un espacio que si bien no es el ideal permite ser escaparate y hasta desahogo para quienes no tienen oportunidades diferentes. Parte del problema radica en lo poco que algunos dirigentes entienden de éste mercado. 

Pretender acabar con él de un solo plumazo no es únicamente falaz, sino imposible, no ver tampoco los beneficios que implica es también parte de la ceguera que se padece. Ha hecho falta entenderlo.

Lo barato se mueve mucho más rápido, la gente tiene mayor acceso y tienen sus razones para hacerlo. Alrededor del 30 por ciento de los empleos se generan en este mercado; dentro del grueso de la economía participa con un total de 25% en el PIB nacional; por cada 100 pesos generados de PIB, 25 pesos se generan en la informalidad.     

El tamaño de esta realidad no puede hacerse de lado, día con día se multiplican los puestos de venta callejera, se inician negocios en domicilios particulares, aumenta la venta de productos que ofrecen familiares y amigos, cada vez se engrosa la filas del subempleo del subempleo, es decir, aquellos que son contratados por un patrón también informal.

Problema en el que participamos todos, ya sea como consumidores, reguladores, oferentes. A la informalidad debemos de dejarla de ver como esa variable residual que llamó el catedrático estadounidense, Samuel P. Huntington, es decir, cuando algo nos da pereza lo echamos al lugar de los análisis comunes, de los corrientes.

Por eso la informalidad debe pasar por un proceso de comprensión por parte de los gobernantes, que es cotidiana en este gran cuerpo llamado economía mexicana, que tiene un lenguaje propio, mecanismos y que en su gran mayoría cuenta con la tolerancia de todos en los hechos y su negativa en los análisis. Esta es la lógica que debemos comenzar a abandonar cuando de mercados informales se trata.

Dr. Luis David Fernández Araya

*El Autor es Economista y Doctor en Finanzas, Profesor Investigador de Varias Instituciones Públicas, Privadas y Funcionario Público.

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