¿Último bastión comunista?

SINGLADURA

Ambos se estrecharon las manos, un indicador clave de que el deshielo  entre los gobiernos de Washington y La Habana, sigue viento en popa y rumbo a nuevos destinos. Nadie podrá negar que la visita de Barack Obama a la isla gobernada por Raúl Castro

abrirá senderos y caminos que conducirán casi seguramente a tomar distancia del último bastión comunista del continente. Es un hecho histórico, sin duda.

¿Qué sucederá? Es previsible que sobrevendrán cambios más acelerados para los dos gobiernos, incluyendo el levantamiento casi total del embargo estadunidense a la isla. Resultará insostenible, si es que ya lo era.

Las comunicaciones por la Internet serán cada vez más ágiles, rápidas y revolucionarias para los isleños, un cambio clave, fundamental en el mundo global de nuestros días.

Guantánamo será cosa del pasado y Washington se lanzará con fuerza, rapidez y eficacia a acelerar el fin del bastión comunista que se constituyó en Cuba, si no inicialmente, si ante la presión estadunidense luego del triunfo revolucionario de Fidel, la figura emblemática de la isla y del mundo que se hizo a un lado para no claudicar ante su propia hazaña histórica.

En los confines geográficos de la isla, México deberá alistarse –aunque con retraso y falta de perspectiva- para contener de alguna forma el boom cubano en materia turística. Las alianzas podrían resultar un valladar rentable a fin de que el Caribe mexicano no pierda terreno. Cuba será como nunca antes un competidor turístico sin par para los destinos del sureste mexicano.

Un poco más allá, Venezuela perderá un aliado importante con la transformación cubana que se avecina y está en marcha irreversible.

Ni el petróleo de Nicolás Maduro y mucho menos la retórica vacía de éste en contra del imperialismo gringo, alcanzaron para retener a la isla, ávida de un cambio profundo cuando los hermanos Castro están ya de retirada, más que por su voluntad, por la fuerza de la cronología y la biología. Nada hay que pueda contra ambas.

Vendrán cambios políticos en la isla. De hecho, ya están en curso. A ellos se han anticipado los Castro, verdaderos estrategas del poder.

Para Obama es un triunfo histórico, que se fraguó con ayuda de la Roma vaticana. “Qué Cuba se abra al mundo con todas sus magníficas posibilidades y que el mundo se abra a Cuba”, pronunció el papa Juan Pablo II, en una visita también histórica a la isla en enero de 1998. Los tiempos eran otros y aún Fidel prometió “antes morir mil veces que renunciar a nuestras convicciones”.

Pero Fidel ya está en casa y Raúl es quien la arregla. El tiempo cambió y ese es el hecho escueto. (fin)

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