La crisis por la alta contaminación en ciudad de México deriva en buena parte de una acumulación de errores, omisiones e imprevisiones a lo largo de muchos años, atribuibles en primer grado a la irresponsabilidad de los sucesivos gobernantes de la capital mexicana.
Desde por lo menos la década de los 80´s recuerdo una serie de voces autorizadas, entre ellas la sobresaliente del extinto cronista y periodista mexicano, Arturo Sotomayor de Zaldo, que con base en análisis serios reclamaban a los gobiernos de la ciudad y aún federal, acometer las acciones pertinentes para contener el problema de la contaminación y en particular del crecimiento anómalo –por decir lo menos- de esta megaurbe. Sotomayor desde sus diferentes espacios periodísticos, entre ellos un programa en Radio UNAM, sus columnas en el entonces respetable Uno más Uno y aún en el desaparecido diario Novedades, advertía los acuciantes problemas de la capital mexicana, una urbe que conocía mejor que nadie y que fue patente en libros como México donde Nací. Biografía de una Ciudad, un referente de la erudición de este maestro universitario.
Alguna vez quien esto escribe tuvo el enorme privilegio de recibir la invitación del maestro Sotomayor para escribir lo que en la jerga periodística se conoce como un “suelto” precisamente sobre el fenómeno de la contaminación en las páginas editoriales de Novedades. “Lucha contra la contaminación” se llamó ese espacio que hacia finales de la década de los 80 y principios de los 90 se publicó en forma cotidiana en ese rotativo para alertar los riesgos de la alta contaminación que ya entonces castigaba a la tatarabuela de México-Tenochtitlan, como solía nombrarla el maestro Sotomayor.
El terremoto del 19 de septiembre de 1985 no hizo sino poner una vez más en la escena nacional el drama del urbicidio que han perpetrado particularmente los sucesivos gobernantes –así los llaman- de esta ciudad. La extracción acelerada del agua del subsuelo capitalino por ejemplo fue la explicación más cabal entonces de la megatragedia urbana que sobrevino tras el poderoso movimiento sísmico aquella mañana del 19 de septiembre.
Los gobiernos del PRI y también los del PRD en la capital mexicana han convertido esta ciudad en la caja tóxica en la que sobrevivimos, bajo condiciones que se cree son perniciosas para la salud, pero que ni siquiera están debidamente estudiadas.
Las acciones, todas ellas menores, puestas en práctica por los gobiernos más recientes de la capital del país revelan la miopía cuando no los negocios sucios de los gobernantes capitalinos a costa de la ciudad y sus habitantes.
Falta una visión urbana trascendente y un trabajo político a fondo para salvar a la ciudad de México, que lo merece, y a sus habitantes del desastre urbano total. Si falta esto, la ciudad seguirá condenada a su propia autodestrucción en un plazo inminente.
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