¡QUE CONSTE,… LOS OLVIDADOS! 10 de agosto 2017

Las derrotas no las queremos recordar, ni siquiera cuando perdemos un partido de futbol o cuando la selección deja los campos abandonados por las derrotas y así, queremos olvidarnos de todo lo malo, no aguantamos la realidad, nos parece, tal como

señalara Octavio Paz: “algo insoportable” y es, por ejemplo, en el Barrio de Tepito, donde se encuentra su iglesia, donde Hernán  Cortés y sus aliados, después de la gran batalla donde recupera la capital, la destroza, la arrasa, también detiene al Señor Tlatoani de Cuauhtémoc, el 13 de agosto de 1521, sí, ahí, comienza la tragedia real de los miles y miles de indios que tuvieron que ir soportando enfermedades nuevas, látigos diferentes, amos distintos y es por ello que muchos no quieren parecer por nada del mundo con los rasgos de indio y buscan cambiar el color de su pelo o se hacen pasar como riquillos venidos a menos, pero la realidad es la realidad. Tepito estaba cerca de Tlatelolco, que era como la frontera donde se revisaban las mercancías que llegarían al centro del país, y las que no pasaban los controles de los encargados por los tlatoanis, se vendían en esa zona, y desde aquellos tiempos, el comercio y los talleres fueron lo que determina el destino del barrio y de su gente, hoy amenazado por todo lo nuevo y por la fayuca y todos los productos piratas acabaron con los talleres y las vecindades se han convertido, poco a poco, como almacenes de mercancías chinas y coreanas y ahí, hoy, lo que nada valía en las habitaciones de pobres se almacenan millones de dólares y se obliga a la gente a trabajar para otros patrones y a dejar sus vecindades para almacenes de mercancía y para drogas, sin duda, un destino cruel y un destino amargo…

ALLÁ POR LOS AÑOS DE 1950, EL CINEASTA Luis Buñue,l ya era un reconocido profesional del cine y se había enamorado de México y de sus pobres, de sus tragedias, y así, por el barrio de Nonoalco cercano al de Tlatelolco comienza a observar las tragedias de los niños de la calle, de LOS OLVIDADOS, y de ahí el nombre de su película que tanto dio de qué hablar. Muchos decían que era una película que lastimaba al país, que mostraba algo que no éramos en sí, pero ahí estaba, ahí existía, ahí estaban los que callan, los que no tienen voz, los que son explotados, violados, engañados, lastimados por otros más fuertes o más listos, y ahí, con las drogas los atan y los siguen explotando, ahí, donde los niños y niñas no se conocen por sus nombres sino por sus apodos, ahí donde las madres solteras o los padres borrachos no tienen más que gritos y golpes en vez de abrazos y apapachos es lo que obliga a muchos niños a abandonar un hogar que no lo es y una zona donde todo queda ahí, en la tragedia y en la vergüenza y el dolor y el hambre y la pobreza y la miseria y la bebida, la prostitución y las drogas y los robos y los golpes y asesinatos y asaltos y el no saber qué pasara al otro momento del que se vive, por eso, no hay mucha historia, nadie quiere recordar lo duro, lo cruel, lo trágico, lo doloroso, por eso se pretende olvidar en los humos de la mota o en los tragos de los chíngueres, para terminar como un teporochito y morir en la calle de donde jamás salieron.

         Mostrar la realidad es algo que no gusta a la clase en el poder, le recuerda que sus compromisos no están resueltos, que existen deudas con las mayorías y que existe una gran inconformidad, que hay dolor y encabronamiento, por esa razón a los riquillos les gusta solamente mostrar lo bueno y las buenas noticias dejando a un lado la realidad y la tragedia, el dolor y la miseria. No hace falta ahora recorrer distancias para ver esas cloacas y esos barrios miserables e inseguros, solo basta salir de casa y enfrentar en las calles la violenta realidad y los jodidos que ahora son muchos más que antes, que crecen como hongos y se reproducen sin sentido, dicen las viejas beatas, ahora, tienen, si no conciencia de clase, tienen conciencia de su fuerza y de su impunidad, porque en la miseria también existe lo que hay en el gobierno cuando nos roban y asesinan: impunidad. Allá, es impunidad protegida, en los barrios y las calles, es la impunidad de la miseria y la pobreza, de la falta de vigilancia y de la violencia generada por la droga y por el hambre y esto es lo que no se quiere ver, por eso se busca olvidar a LOS OLVIDADOS. Y, en cada cuadra vemos al que vende chicles, al que vende pepitas o pide limosna o busca limpiar los parabrisas de los vehículos, en cada esquina se ven a los padrotes vender a los niños y niñas a los gringos locos y ofertar sus drogas como caramelos o la marihuana y la cocaína o el piquete de heroína, y se ve caminar a las prostitutas explotadas por los padrotes y los policías y los funcionarios y los comerciantes y los hoteleros, y se sabe de la venta de niños y niñas que van a saber dónde, dicen algunos, para vender sus órganos o su sangre y hacerlos mendigos en la calle y en sitios que no conocen ni saben, porque fueron abandonados o vendidos, mientras los ricos siguen vendiendo y controlando los chemos y los inhalables para drogar y apendejar a los chiquillos y que vayan a robar para los mayores o a vender sus carnes o a traficar las drogas o cargar en los mercados o a dar lástimas en calles para que les den dinero de limosna, y ahí sigue la tragedia y todos nos hacemos tontos y no queremos ver esa realidad que ahí tenemos y que ya nos alcanza, porque muchos de esos niños y niñas ahora son mayores y se convierten en drogos y prostitutas o son asaltantes y asesinos y si no tienen conciencia de clase saben que tienen grupos y pandillas y pueden tener y gozar de impunidad por propia mano o comprando la protección de las autoridades,  y si en la capital están esos barrios que marcan, en los estados están las colonias marginales donde no hay agua, ni servicios, ni transporte, ni vigilancias, ni calles, ni alumbrado, y por tanto, ahí están los más fuertes de los barrios y los que agrupan pandillas que primero quedan en la zona y ahora ya bajan  y roban o contaminan y generan la violencia que no está controlada, y esto les preocupa mucho a los políticos, pero… no hacen nada y niegan esa realidad hasta que los alcance… y a la mierda… a la chingada…