Fiesta en la madriguera y la violencia en México

En las últimas décadas del siglo XXI, en México se ha acentuado la difusión de productos culturales con formatos y tratamientos estéticos diversos sobre una temática común a la realidad nacional contemporánea: la violencia vinculada al narcotráfico, al crimen organizado y su impacto en la forma de vida de

la sociedad mexicana. Un buen ejemplo de esta situación es Fiesta en la madriguera (Anagrama, 2010), primera novela del escritor mexicano Juan Pablo Villalobos.

Lo que llama más la atención de esta propuesta literaria es el tratamiento que el autor le imprime a su obra utilizando como recurso central la narración en primera persona, el pequeño Tochtli, personaje principal de la novela, quien junto con sus padre —un narcotraficante mexicano— y un puñado de maleantes que están a su servicio, se ocultan en un apartado “palacio” , donde con frecuencia Tochtli suele aburrirse “hasta la desesperación más fulminante”, por lo que trata de encontrarle sentido a su vida en un entorno familiar que debiera ser poco común, pero que desafortunadamente no los habitantes de ciertos regiones del país.

Es decir, que son los ojos y la visión ingenua de un niño la que Juan Pablo Villalobos emplea para recrear la violencia que priva en la sociedad mexicana, donde la cotidianidad se nutre de cuerpos cercenados, personas asesinadas y rifles de alto calibre como escenografía de un entorno paradójicamente brutal y rutinario. Esta realidad se funde y confunde con el mundo imaginario de Tochtli, que lo mismo se provee de películas japonesas de samuráis con sables vengadores, que de antihéroes de la Francia revolucionaria con reyes decapitados con guillotinas. Unos y otros elementos forman parte del mismo universo de sangre y muerte del que está rodeado nuestro protagonista central de Fiesta en la madriguera.

Sin embargo, en el subconsciente del pequeño Tochtli hay un dejo de inquietud que le hace sentir que esa forma de vida tiene algo que no está bien, de ahí que a veces, en ciertos días “en que todo es nefasto”, sufre de un “dolor eléctrico de panza”, que un médico ha diagnosticado que los padece por no tener mamá, y que necesita que lo revise un doctor en psicología o, en dado caso y como alternativa, que su padre le haga un obsequio exótico como, por ejemplo, un hipopótamo de Liberia.

Esta es solo una de las muchas anécdotas con las que Villalobos construye esta novela, de forma que al tiempo que retrata la realidad de un México violento, también nos ofrece una narración de ficción a modo de cuento infantil, salpicada con humor e ironía. De igual manera, este relato logra conmovernos con algunos pasajes tiernos y muy humanos, al grado de que la lectura de Fiesta en la madriguera se convierte en una actividad sorprendentemente gratificante y enriquecedora.

Me parece que otro de los aciertos del texto, dedicado a Mateo, el hijo primogénito del autor, es haber recreado con pertinencia literaria una ríspida realidad del México de hoy, con una vertiente novedosa en cuanto al tratamiento de la temática y de los personajes secundarios que rodean al actor central de la historia, todos ellos con nombres como Mazatzin, Miztli, Itzpapalotl, que refieren a las lenguas de los pueblos originarios de nuestro país. Con ello, se evidencia el interés de Villalobos por hacerle un homenaje a esa cultura de la cual ya está alejado físicamente, pues desde el año 2003 vive fuera de México.

Actualmente Juan Pablo Villalobos radica en el barrio de Gracia, en Barcelona, lugar que según sus propias declaraciones, le trae recuerdos de Lagos de Moreno, Jalisco, su pueblo natal. Guardadas las proporciones debidas, yo que conozco ambos lugares, comparto con Villalobos el gusto de optar por vivir en Gracia, uno de los barrios más emblemáticos de Barcelona, pero a diferencia de él, mi arraigo sigue estando más de este lado del Atlántico, pero no en el pintoresco pueblo de Lagos de Moreno, sino en la cosmopolita ciudad de México.

De cualquier forma, creo que a este escritor mexicano hay que seguirle la pista, y un buen inicio puede ser leyendo Fiesta en la madriguera. @NohemyGarcaDual