UN DETONANTE DE LA DELINCUENCIA Y LA CORRUPCIÓN

A pesar de los discursos motivadores o ilusionistas de las y los gobernantes, de las y los candidatos políticos que están en fila de espera para asumir el cargo por el que fueron elegidos el pasado 6 de junio, respecto de erradicar e inhibir la delincuencia y la corrupción, la realidad y los hechos demuestran otra cosa.

 Un ejemplo claro, de la violencia, la delincuencia y la corrupción es lo que envolvió todo el proceso electoral, que comenzó desde el año pasado y que aún no termina; pues vimos desde la impunidad de las autoridades -en sus áreas de trabajo- de seguir haciendo proselitismo en favor y en contra de las y los candidatos o partidos políticos, sin ninguna sanción o penalización.

Vendiendo ellos mismos, la idea de que los Organismos Electorales eran los que vulneraban su derecho a la libertad de expresión, siendo completamente falsa esa afirmación.

Pues imagínense ustedes que desde la cúpula del poder se diga a la sociedad algo malo o bueno de alguien o de algo; ello implica una inequidad en la contienda y es utilizar el poder de manera indiscriminada para beneficio personal o de un grupo determinado, ¿hay corrupción ahí?, habrá que preguntarse.

Ahora, fuimos testigos que fueron asesinadas y asesinados varios candidatos que intentaban contender en los procesos electorales, esto implica una violencia e infiltración de la delincuencia en las contiendas electorales, y que hasta el día de hoy no se han visto resultados en las investigaciones criminales iniciadas por esos asesinatos.

Pero recordemos, que esos hechos traen como consecuencia que alguna o algún candidato que llegue al poder, fue a causa de quitar de su camino algún contrario político -privándola o privándolo de la vida-, luego entonces nos permite preguntarnos ¿Esa candidata o candidato qué es capaz de hacer una vez que llegue al poder?, ¿Es capaz de aniquilar a cuantas personas se le pongan en su camino?

Aunque no solo se queda ahí el tema de los procesos electorales, tenemos que voltear la mirada hacia el financiamiento y la participación o involucramiento directo de las organizaciones criminales para el apoyo de diversos candidatos o candidatas en todo lo ancho y largo del país.

Dicho eso, debemos preguntarnos ¿si eso impera en los procesos electorales y a como dé lugar se ponen en esos cargos públicos a personas que traen todo eso arrastrando, que harán cuando lleguen a ocupar sus cargos?, de ser así, el futuro no es muy prometedor ¿Están de acuerdo?

Porque entonces, que ética, moral y conciencia tienen esas o esos servidores públicos que llegaron a sus cargos bajo esas circunstancias; ¡¡¡¡OJO!!!!, no estamos aseverando que todas y todos estén en la misma situación, pero si habrá quienes hayan llegado bajo esos estándares.

El hecho de que tengamos servidoras y servidores públicos que hayan llegado a esos cargos bajo las circunstancias antes descritas, permite vislumbrar que la delincuencia y la corrupción son parte de ellos mismos, luego entonces, el discurso que éstos manejen para erradicar la delincuencia y la corrupción se quedará en eso: en un discurso para dormir a la sociedad mexicana, continuando en la realidad estos problemas.

Sociedad mexicana, que involucra a todas las clases sociales, a todas las etnias, a todas las religiones, a todas las personas, a todos los empresarios, y todos los que habiten y se encuentren en el territorio nacional.