Una radiografía al conflicto con la CNTE

 

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Era domingo 19 de junio. Mientras los integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) se manifiestan y bloquean las carreteras del Estado de Oaxaca, en el municipio de Nochixtlán, y los integrantes de la Policía Federal llevan a cabo operativos para retirarlos, se suscita un hecho que se vuelve tónica en prácticamente todos los actos masivos enarbolados por la CNTE: se presentan hechos de violencia que dejaron un saldo de ocho muertos y 94 heridos.

 

La escalada de violencia en el conflicto entre el gobierno y las secciones que conforman la CNTE ha ido incrementando de forma exponencial. El 31 de mayo, durante una manifestación de la coordinadora en Comitán de Domínguez, Chiapas, seis maestros que se dirigían a Tuxtla Gutiérrez para entregar la lista de docentes que sí están dando clases, fueron detenidos por los manifestantes integrantes de la Organización Popular Independiente Emiliano Zapata (OPIEZ) y obligados a caminar descalzos, después los raparon. En ese entonces, al igual que ahora, la Coordinadora se deslinda de los hechos y acusa al gobierno de la cerrazón.

 

Ciertamente la violencia ha sido una tónica de las manifestaciones de la CNTE en el suroeste del país. Lo que se vio el domingo no es nuevo. Desde su creación, en 1979, su proceder se ha caracterizado por la beligerancia.

 

Su vinculación con grupos subversivos relacionados a la izquierda radical, como el Ejército Popular Revolucionario (EPR), el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), y el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI); relacionados también con el actuar de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (CETEG), entre otras, hacen que el Gobierno Mexicano esté especialmente atento del desarrollo tanto de sus acciones, como manifestaciones y plantones. Su actuar, bajo la lógica de la guerrilla, es por todos conocido y documentado.

 

Su principal consigna en este periodo presidencial, ha sido la abrogación de la reforma constitucional en materia educativa, lo que los ha llevado, incluso a incrementar sus movilizaciones por todo el territorio nacional, principalmente en el suroeste del país y en la Capital de la República.

 

En todos las movilizaciones que han tenido, la tónica ha sido la violencia. Siempre han negado la autoría, pues los hechos son perpetrados por personas integrantes de los movimientos que les son afines y que los acompañan en sus movilizaciones, plantones, manifestaciones y marchas.

 

El peligro que escale la violencia es latente y constante, pues las condiciones del diálogo se ven lejanas. El chantaje y la extorsión son la tónica de la CNTE ante un Gobierno que ha declarado que aplicará la ley a rajatabla. Y todo en un entorno con un profundo tufo político electorero, con miras a la sucesión presidencial de 2018.

 

@AndresAguileraM