En la Ciudad de México sólo hay vivienda para ricos

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En términos del párrafo séptimo, del artículo 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos “toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa. La Ley establecerá los instrumentos y apoyos necesarios a fin de alcanzar tal objetivo”. En esta lógica, desde el año de 1983, la vivienda se reconoció como un

derecho que debe ser tutelado y materializado por el Estado Mexicano.

Desgraciadamente en la Ciudad de México, el acceso a la vivienda se está volviendo muy complejo, pues la oferta que existe actualmente es –por decir o menos– inaccesible para la mayoría de los bolsillos de los capitalinos. Los créditos que brindan tanto el INFONAVIT como el FOVISSSTE se vuelven insuficientes para poder adquirir una vivienda, medianamente decorosa.

Según datos proporcionados por diversas organizaciones de desarrolladores, el metro cuadrado de vivienda construida en la zona centro de la Ciudad de México, –léase Polanco, Anzures, Condesa, Roma, Del Valle– oscila entre los 20 a 70 mil pesos; mientras que en las zonas más alejadas del Centro –Iztacalco, Iztapalapa y Tlalpan– los precios están entre los 19 a los 60 mil pesos. Es decir, una vivienda promedio de 70m2 tendría un costo de entre 1 millón, 400 mil pesos a 4 millones 900 mil pesos promedio en las delegaciones céntricas; mientras que en las demarcaciones más alejadas del centro histórico, el costo promedio oscila entre 1 millón 330 mil, a los 4 millones, 200 mil pesos.

Como podemos apreciar, los trabajadores afiliados al INFONAVIT o al FOVISSSTE, todos que aportan inevitablemente sus cuotas, difícilmente pueden acceder a este tipo de vivienda, pues los montos que les son asignados por estas instituciones para ese fin son notablemente inferiores, lo que ha obligado a que los trabajadores de la Ciudad de México busquen vivienda en la zona metropolitana de la Ciudad de México o –incluso– en zonas más alejadas, donde no existen medios de transporte suficientes para garantizar un nivel de vida medianamente decoroso.

A este ritmo, en los próximos 10 años, la Ciudad de México, inevitablemente, se irá despoblando volviéndose un lugar en el que sólo habitarán las clases sociales más acaudaladas, desplazando a quienes en ella laboran y obligándolos a vivir en zonas sumamente alejadas de los centros de trabajo. Así, una vez más, el bienestar será sólo para quienes tienen los medios económicos suficientes, incumpliendo –una vez más– con las promesas y principios instaurados en nuestra norma fundamental.

Hoy hacen falta acciones reales de gobierno, emitir normas que permitan desarrollar vivienda que beneficie a quienes, todos los días, trabajan y laboran por la Ciudad de México.

@AndresAguileraM