El discurso del odio: ¿la opción ante la falta de resultados?

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El pasado día 1º de septiembre, el Ejecutivo Federal envió al Congreso de la Unión el Informe del estado que guarda la República al año 2017. El documento fue entregado, sin mayor solemnidad, en la Cámara de Diputados, recibido —por primera vez desde que se instauró este nuevo modelo— por una de las vicepresidentas de la Mesa Directiva, ya que el órgano legislativo no ha podido instalarse formalmente, debido a desavenencias entre los partidos y a la oposición del PAN. En fin, eso será motivo de otra colaboración.

Tras este suceso, el sábado 2 de septiembre, el Presidente Enrique Peña Nieto dirigió un mensaje a la Nación con motivo del 5º Informe de Gobierno. En el discurso, exaltó los éxitos de su gobierno y, evidentemente, omitió —o quizá matizó— aquellos puntos en los que la administración ha dejado mucho que desear. Sin embargo, los invitados, muchos de ellos miembros de su administración, aplaudieron y vitorearon al titular del Ejecutivo quien encabeza la gestión más cuestionada y criticada de la historia del país.

Por otro lado, el domingo, Andrés Manuel López Obrador, el principal dirigente de oposición, realizó un acto público denominado “Acuerdo Político de Unidad por la Prosperidad del Pueblo y Renacimiento de México”. En el dio un discurso caracterizado por la crítica hacia el régimen y a quienes denomina como “la mafia en el poder”, al tiempo que afirmó que, en el 2018, Morena ganará las elecciones presidenciales y, con ese simple hecho, todo se transformará y la gente tendrá mejoría.

México es un país muy complejo. Sus dimensiones, geografía, orografía, clima y, en general, las diversas condiciones de las poblaciones que la conforman; aunado a sus problemas con el crimen organizado y su relación, tanto económica como política con las otras naciones del orbe, hacen difícil su gobernabilidad. Tomar las riendas de una nación así requiere de valor, conocimiento, vocación y compromiso para con los mexicanos.

Quien aspire a asumir el liderazgo político de México debe ser alguien con idea de gobierno, con conocimientos tanto técnicos como políticos de las formas, modos y medios de las instancias gubernamentales. Lamentablemente, los últimos diecisiete años, pareciera que esta condición no se ha cumplido. La percepción generalizada es que el gobierno no sirve para generar bienestar y que los políticos sólo aspiran a ocupar las oficinas de gobierno para enriquecerse.

Hoy —más que nunca— el discurso de la crítica es más que bien recibido por la población, pues coincide con su malestar y enojo, provocados, en gran medida, por malas decisiones gubernamentales que, indiscutiblemente, han evitado que el bienestar de las personas crezca. Sin embargo, la sola crítica no basta para generar bienestar. Es más, estoy convencido que la sola elección de Presidente de la República del año entrante, no bastará para ello; por el contrario, creo que sólo servirá para ensanchar las diferencias entre los mexicanos.

En esta vorágine electorera, donde las pasiones y las megalomanías se posesionan de micrófonos de tribunas públicas, el gran perdedor es México. Pareciera que ya no hay políticos preparados, deseosos de servir a las mejores causas del país, pues sólo se muestran personajes oscuros, irresponsables y soberbios, deseosos de saciar sus apetitos de notoriedad, a costa de millones de mexicanos que esperan encontrar quien retome el camino del bienestar y el desarrollo.

@AndresAguileraM