Recordando la noche de los cuchillos largos

La Primera Guerra Mundial trajo consigo una serie de secuelas cuya predicción habría sido difícil de adivinar, sobre todo en lo que sería la derrotada

República Alemana que, a la postre y con la instauración del llamado “Tercer Reich”, sería el epicentro de sucesos sumamente lastimosos para la humanidad y que, a su vez, propiciaron que el mundo asumiera una visión más clara y centrada hacia el reconocimiento y protección de los derechos humanos.

Tras la derrota y la imposición de obligaciones en el Tratado de Versalles, la moral a estaba por los suelos. La economía estaba notablemente deprimida, la sociedad notablemente resentida y con un profundo rencor hacia las naciones aliadas; al tiempo que el chauvinismo y el nacionalismo a ultranza se apoderaban de importantes sectores de la sociedad alemana. 

Ante este escenario, el Partido Nacionalista Obrero Alemán (PNOA), que a la postre se conoció como el ”Partido Nazi” supo aprovechar la coyuntura y conjuntó el rencor, resentimiento y enojo de la sociedad en una ideología conocida como el “Nacionalsocialismo” que englobaba, entre otras cosas, un desprecio máximo al socialismo marxista, así como la maximización del racismo, propiciado por un revanchismo que se institucionalizó en acciones de gobierno, legitimadas por un positivismo jurídico exacerbado.

Su figura más destacada, Adolf Hitler, uno de los liderazgos carismáticos más conocidos en la historia del orbe, logró acceder al poder a través de la Cancillería Alemana, impuso su ideología a ultranza y tras lograr una mayoría avasallante en el Parlamento, comenzó a transformar la legislación para imponer la ideología nacionalsocialista a todo el sistema jurídico alemán. De este modo, las estructuras e instituciones gubernamentales no sólo se abocaron a cumplir con el ideario del PNOA, además, a materializar las visiones e instrucciones del quien sería conocido como “Fürher” del nazismo y de una visión idealizada de lo que sería un nuevo Imperio Alemán.

Dentro de esta serie de acciones planeadas y realizadas por Hitler, se presentó uno de los hechos definitorios para otorgarle el control absoluto del poder político en Alemania. “La Noche de los Cuchillos Largos” fue un periodo en el que instituciones tanto legales como paralegales se abocaron al asesinato, desaparición y encarcelamiento de todos los personajes que, de alguna u otra manera, podrían representar un obstáculo o merma al liderazgo y control del Fürher. Esto contempló tanto a líderes opositores como a quienes, dentro del propio PNOA, pudieran representarle un riesgo. Así, en 1934, la única figura con liderazgo, poder y fuerza fue Adolf Hitler, quien se consolida como el único capaz de controlar y mandar en las estructuras de poder, cumpliendo así la más grande añoranza de los dictadores: control y poder absolutos.

De este modo se logró establecer un estado autoritario y dictatorial, controlado por una sola voluntad y dirigido por una visión. Alemania era Hitler y su destino estuvo atado a él hasta el término de la Segunda Guerra Mundial. Las consecuencias, como todos conocemos, fueron funestas para Alemania, al tiempo que dejaron claro para el mundo que el poder absoluto, sin pesos ni contra pesos, puede ocasionar tragedias de dimensiones sumamente trágicas. 

Conocer la historia para no volver a repetirla.

@AndresAguileraM