La trata de personas y sus repercusiones en la política

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En términos del “Diagnóstico de las Condiciones de Vulnerabilidad que propician la Trata de personas en México” elaborado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y el Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social (CEIDAS), nuestro país es el segundo en proveer de víctimas de este delito a los Estados Unidos, sólo superado por Tailandia y seguido por

Guatemala, Filipinas y China.

Según este estudio, del total de víctimas de Trata de Personas, identificadas en Estados Unidos, el 14 por ciento eran de origen mexicano. En esta lógica, según datos que arroja el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, cada año son explotados sexualmente entre 16 mil y 20 mil niños y niñas en nuestro país, derivado de las condiciones de violencia propiciada por el crimen organizado y por el clima de impunidad que existe en el país.

Ante este panorama resulta indispensable que las autoridades pongan en práctica políticas preventivas y correctivas para evitar que este delito –de los más grotescos que padece la humanidad– siga creciendo en demérito de la sociedad y de nuestra condición humana. Pero, sobre todo, es absolutamente necesario que cese el respaldo y la protección de las autoridades a quienes practican este deleznable acto que somete la voluntad de las personas y las priva de su libertad, explotando la necesidad a cambio de favores corporales y sexuales.

Los escándalos de los últimos tiempos, que vinculan a personajes de la vida pública en temas y acciones vinculadas con al trata de personas, hacen que la sociedad –y en especial a quienes nos indigna este grotesco ilícito– exijamos a las autoridades todo el peso de la ley en contra de quienes se escudan en cargos públicos para cometer estos hechos infrahumanos.

México no puede prosperar mientras que no sancionemos –con todo el peso de la ley– aquellos hechos que atentan en contra de la propia condición humana, en la que se cosifica al ser humano y se utiliza como una pieza desechable; haciendo de la necesidad económica un factor para poder someter la voluntad de quienes requieren remuneraciones para subsistir.

Hoy más que nunca es necesario que alcemos la voz y nos pronunciemos en contra de quienes hacen de la trata de personas un modo de vida y que seamos severos en contra de quienes la practican. Sin distinciones ni tapujos: la trata de personas resulta intolerable.

@AndresAguileraM