Asfixiar a la oposición

La estrategia para desactivar a los partidos políticos de oposición rumbo a la prueba del ácido en la elección intermedia de 2021 es 

 burda por cuanto elemental impulsada por Morena.
El fundamento estriba en la invocada austeridad republicana que pretende, incluso, desaparecer al Instituto Nacional Electoral y, por de pronto, restarle capacidad presupuestal bajo el amparo de que la democracia mexicana es muy onerosa.
Y tienen razón los críticos de ese cuerpo colegiado que incluso han descubierto el hilo negro cuando refieren que los consejeros electorales, como los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación tienen vínculos con partidos políticos a cuyos intereses obedecen.
Así ha sido desde el momento en que se cambiaron las reglas del juego y se despojó a la Secretaría de Gobernación del control de los comicios. El nacimiento del Instituto Federal Electoral bajo el manto de la democracia impoluta que se prohijó en esos días del salinismo que con esta medida hizo acto de contrición y lavó culpas y abrió espacios a la oposición.
Luego, ¡oh sorpresa!, los ciudadanos habrían de percatarse que consejeros electorales de supuesta autonomía y libre albedrío político, inmaculados ciudadanos, militaban en diferentes partidos. Santiago Creel Miranda hasta fue secretario de Gobernación en el gabinete panista y Miguel Ángel Granados Chapa candidato del PRD al gobierno de Hidalgo.
Aunque la historia registra a esa práctica de la democracia a la mexicana, en la que el Partido Revolucionario Institucional gobernó al país y repartió espacios –eufemismo de migajas—a la oposición a modo que debió aceptar las prerrogativas oficiales.
Y la oposición a modo, el PPS, PARM, PDM y hasta aquellos de supuesto comunismo o socialistas como el PFCRN sobrevivió hasta que la reforma política obligada después de los comicios de 1988 les dio mayor espacio en el Congreso de la Unión; el PAN se coció aparte mas no estuvo exento de los acuerdos en el alto mando presidencial.
Así, en el último cuarto de siglo con el nacimiento del Partido de la Revolución Democrática la relación de fuerzas se sustentó en la democracia que hoy Morena descalifica, con el prócer a la cabeza, en una singular amnesia afectiva en beneficio propio.
Porque combatir y descalificar a una institución como el INE, simplemente entraña ese interés de desbrozar al escenario político de actores que han demostrado no estar a disposición ni acatar órdenes desde Palacio Nacional, vía los mensajeros elementales, aunque el dueño del máximo cargo de elección popular del país diga que no se parece a los demás.
La desconfianza de Morena en los adversarios que integran de alguna forma al contrapeso político, es del tamaño de la inseguridad que acompaña a la inexperiencia de los aprendices de brujo que aspiran a mantenerse en el poder extrasexenal.
Así, minar a la oposición partidista vía inanición financiera antes de que se recupere del pulverizado voto obtenido en los comicios federales del año pasado, es la tarea instruida desde el alto mando gubernamental e impulsada por Morena en el Congreso de la Unión, casualmente en el momento en que Regeneración Nacional trae un severo problema interno provocado por la disputa por el poder en el Movimiento que no acaba de entender que es gobierno.
En esa pretensión, el día siete de noviembre próximo, de acuerdo con Mario Delgado Carrillo, coordinador de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados, se abordará la reforma constitucional para disminuir en 50 por ciento el financiamiento que se otorga a los partidos políticos.
Viéndolo sin filias ni fobias, en el mejor ánimo de ahorrar y dejar de subsidiar a partidos políticos, la propuesta acarrea simpatías. Pero, Delgado Carrillo y sus huestes, la burbuja que lo acompaña, entre las que se cuenta a Tatiana Clouthier, no son hermanas de la caridad ni demócratas justicieros que de pronto cayeron en la cuenta de que, sí, en efecto, los partidos políticos se gastan un dineral, miles de millones de pesos.
Pero, es burda la estrategia que, decía, por un lado descalifica a los consejeros electorales y los generaliza corruptos por atender a ambiciones personales, como es el caso del magistrado electoral que ha sido pillado con millonarias cuentas y gastos no acordes con sus ingresos.
Bien puede decirse que partidos políticos y árbitros electorales no abonan a su prestigio, pero este juego no es nuevo y lo mismo hay funcionarios electorales como jueces afines a Morena que al PAN o al PRI. Vaya, Morena descubre el hilo negro y se salpica de la suspicacia de que sus alfiles, como el juez que negó a Rosario Robles seguir su juicio en libertad y liberó a 17 de los detenidos en el tepitazo de la semana pasada, operan a modo, bajo consigna.
¿Procederá reducir 50 por ciento las prerrogativas a los partidos políticos? Hay que recordar que se trata de una iniciativa de reforma constitucional y, por tanto, se requiere de mayoría calificada de los integrantes de la Cámara de Diputados, como Cámara de origen, y de los Senadores como Cámara revisora.
¿Prosperará la estrategia de desaparecer por inanición financiera a la estorbosa oposición? Difícil pero no imposible. Algo habrá de negociar Mario Delgado con la oposición en Cámara de Diputados, aunque se ha demostrado que en esto de las estrategias para lograr consensos lo suyo, lo suyo no es precisamente la negociación. Lo más probable es que sea la mecánica del tongo: tirarse al piso para que en el Senado compongan la plana y, al final, el triunfador sea el inquilino de Palacio.
Por de pronto la dirigencia nacional del Partido de la Revolución Democrática calificó como un montaje la propuesta de Morena para reducir en 50 por ciento los recursos públicos a los partidos políticos. Y sostiene que es un intento de asfixiar a la oposición para estar en desventaja en las elecciones de 2021.
Mediante comunicado dio su versión: "Morena está construyendo una estructura electoral muy importante a través de los Servidores de la Nación, situación que quedó muy clara en la elección interna de ese partido, ya que sus miembros denunciaron a 10 superdelegados por intromisión en los procesos electorales”.
Y recordó que Morena le ha costado a la nación cerca de 4 mil millones de pesos y "repartió alrededor de 190 mil millones de pesos en efectivo y a través de tarjetas; y para el presupuesto 2020, los servidores de la Nación van a repartir alrededor de 250 mil millones”.
Además, acotó, el próximo año Morena recibirá alrededor de mil 900 millones de pesos, de suerte que si prospera la reforma, les quedaría la friolera de 900 millones. ¿Y el resto?, bueno, con ahorros tal vez puedan contender en la intermedia. Interesante y burda estrategia para matar de hambre al contrincante. Digo
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@msanchezlimon