Insulta, luego existes...

“Por amor una noche cualquiera. Un amante se entrega. Por amor en un beso se calman.

Unos labios que esperan”: Marco Antonio Muñiz

Usted disculpará que no identifique con nombre, apellidos y hasta alias al personaje de esta entrega. Usted disculpará, pero…

Es de que los nuevos dueños del poder tienen la piel delgada y se han vuelto exquisitos al grado de pretender silenciar a los periodistas críticos, a los no afines al oficialismo, serviles de a cuánto la pregunta. Y por qué no, meterlos a chirona para que entiendan.

Ahí tiene usted el caso más reciente del colega Héctor de Mauleón a quien demandó Tania Contreras López, exmagistrada y exconsejera jurídica del gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal, hoy virtual presidenta del Supremo Tribunal de Justicia de aquella entidad.

¡Cuidado, colegas! Con ese poder qué no hará doña Tania por sentirse agredida por el mínimo comentario.

Mire usted.

De cualquier manera, hay personajes de la política local y nacional que no merecen ser citados, por más que busquen las candilejas y se hagan los graciosos y graciosas, porque las hay, con los reporteros.

Se mueren por un comentario positivo para su vanidad en los medios de comunicación; cuando el escenario es adverso y se les critica, se asumen ofendidos y ofendidas víctimas de supuestas campañas enderezadas en su contra.

Se pelean con fantasmas, como ocurría con Su Alteza Serenísima y hoy ocurre con la Princesa Caramelo. Acusan con generalidades a quienes identifican como conservadores, traidores a la patria, fifís, neoliberales, fachos o pagados por la derecha.

Y tienen a sus clientes, pero bueno…

Por ahí repta un político que ha hecho suya la insolencia, el cinismo, el protagonismo oportunista –como tirarse al piso para que el entonces presidente Ernesto Zedillo Ponce de León lo atendiera-- y otros etcéteras para hacerse de cargos de elección popular, siempre de segundo nivel hasta que la elección presidencial del año pasado le entregó un espacio en el estrellato.

--¿De qué vives? –le pregunté en uno de esos días del sexenio zedillista. 

Llamaba la atención su activismo en defensa de los deudores de la banca. ¿Quién le pagaba, por ejemplo, sus viajes a Cancún?

--Tengo taxis—me respondió.

Sí, taxis en el Estado de México; no me aclaró si eran tolerados o estaban en regla. Pero al fin sus taxis. 

Entonces era militante del PRD, años atrás lo fue del entonces Partido Mexicano Socialista y luego, sin militar en el Partido del Trabajo fue diputado federal, luego senador hasta el 25 de agosto de 2024 cuando se sumó a Morena y, el 1 de septiembre asumió la presidencia de la Mesa Directiva del Senado de la República.

Quizá usted que tiene buena memoria, recordará que, sin pertenecer a Morena porque era petista, el personaje de marras se metió con calzador en ese grupo integrado por quienes, con el mal gusto que le caracteriza, el Duce Andrés Manuel López Obrador calificó “corcholatas”.

Y sí, se encaramó en un lugar de las grandes ligas que generó inquietud, incluso entre sus compañeros del PT, a los que abandonó para echarse en los brazos del oficialismo y, desde ahí, demostrar que, en efecto, sus críticos y hasta quienes lo han soportado en calidad de “compañero de partido”, no se equivocaron.

Fue burda la forma en que chantajeó a la entonces presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo para que le cumpliera el acuerdo firmado junto con Ricardo Monreal, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López.

Amenazó con renunciar y convertirse en senador sin partido –había sido elegido como candidato del PT --, con las elementales consecuencias por su afición a la productiva industria de la protesta callejera y la estridencia insultante en el Congreso de la Unión.

En su casa de campaña, fue recibido por la Princesa Caramelo. Al término del encuentro apareció dócil y adelantó que había logrado un acuerdo. Los colegas le preguntaron si solicitaría licencia –era senador electo— para sumarse al gabinete.

Se había inconformado porque no había sido incluido en el gabinete. Claudia Sheinbaum declaró que lo llamaría para platicar y así ocurrió. ¿Qué negociaron?   

El 3 de julio del año pasado, 2024, el entonces diputado petista manifestó simple y llanamente “ya me chingaron”, porque no había sido considerado para coordinar a la bancada de Morena. O sea.

¡Recáspita, Adán Augusto!  

Pero reiteró lo declarado al término de aquel encuentro con Sheinbaum.

La colega Andrea Becerril cita en su nota informativa de ese 3 de julio, en La Jornada, lo referido por este personaje de comedia de cuarta:

“Platicamos sobre la importancia de la unidad y ella me planteó una tarea que sigo valorando, pero es una tarea, no tiene nada que ver con cargos de gobierno ni nada. Y yo ya hice público y lo reitero, sí le pedí algo: a esta hora, no conozco el despacho presidencial y tengo ganas de conocerlo. Le dije ‘me invitas al despacho para conocerlo’”, dijo el individuo del quien le platico, conforme con la nota de Andrea.

Y mire usted, se atrevió a adelantar: “Yo voy ser un senador de a pie. No aspiro a ninguna responsabilidad dentro del Senado de la República. A la coordinación... ya me chingaron, así fue, y no aspiro a nada”.

Bueno, bueno, miente como respira, porque el pago que le dieron, merced al acuerdo entre “corcholatas” frente al entonces licenciado presidente López Obrador, fue la presidencia de la Mesa Directiva del Senado de la República.

Y desde ahí ha hecho lo que le ha venido en gana. Ha pasado y pasa por encima del reglamento cameral, insulta y descalifica a sus pares de la oposición, hace tarea militante y partidista, utiliza recursos económicos del Senado para darse vida de jeque.

Hace días dijo que la camioneta de lujo que utiliza se la prestaron en el taller donde metió a compostura a su vehículo. 

Traigo a colación el caso de este individuo que sin duda debe tener el galardón de Ripley por el más alto número de mentadas de madre recibidas el domingo 1 de julio en las urnas, donde sufragaron dizque cerca de 13 millones de ciudadanos para elegir jueces, magistrados y ministros.

Aunque en realidad en las redes sociales, que él acusa son campañas pagadas por la derecha y los conservadores, desde hace rato los critican, cuestionan y, sí, lo insultan pero, pero… cosecha lo que ha sembrado.

En la sesión del miércoles pasado, de la Comisión Permanente, en una airada discusión con el senador Ricardo Anaya, coordinador de la bancada del PAN, éste lo llamo cobarde.

“Primero, no soy cobarde… Voy a bajar de mi curul para responderle como se merece pedazo de… político”, respondió encabronado este legislador que había llamado a no utilizar términos ofensivos. El síndrome de La Chimoltrufia.

Y es que, Anaya reprochó al oficialismo legislativo:

“No, no salvaron a la República, se adueñaron del Poder Judicial y me van a perdonar el francés: hicieron mierda al Poder Judicial. Eso es lo que ustedes hicieron el domingo”.

Seguramente ya identificó que el actor de esta entrega es José Gerardo Rodolfo Fernández Noroña. 

Y disculpe, le quedo a deber el extenso historial del ocurrente legislador de piel delgada; sí, ¡caray!, aunque corra el riesgo de ser obligado a pedirle perdón en su oficina cameral. Bueeeno,  en dos meses y medio se le acaba la fuerza de la mano izquierda. –José Alfredo Jiménez dixit--. ¡Zambombazo, Drakko! Digo.

MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN

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@sanchezlimon1