El voto como conquista ciudadana

loblanco

Enmarcado y protegido por el artículo 35 constitucional, el voto dentro de la historia del México contemporáneo, es símbolo no solo de un derecho ganado, sino también de conquista alcanzada; baste remontarse a los actos realizados por Francisco I. Madero en  los albores del siglo XX, mismos, que blandidos  por el grito de “sufragio efectivo no reelección”, comenzarán la primera revolución de esa centuria. Los motivos, como en cualquier otra revuelta de su tipo, fueron sin duda los excesos cometidos por el régimen decadente que sostenía el poder del “porfiriato”, sin embargo, esta lucha armada no solo significo terminó de época, por el contrario algo de los más significativo de la Revolución Mexicana, es que sentaría los precedentes de un régimen democrático que a partir de ese momento y hasta nuestros días ha venido normando el transitar del poder en México.

     Y así como lo menciona el Maestro José  Woldemberg ex Consejero Presidente del entonces Instituto Federal Electoral  en sus obras, la instauración de un sistema que permita le verdadera expresión de la democracia de una Nación  significa primeramente, tiempo y en seguida evolución y adaptación a las exigencias que cada sociedad le marca, así por ejemplo, hoy en día no se podría concebir al proceso democrático en países tan poblados como el nuestro de la forma en que un plebiscito se realizaba en las tierras helénicas, cuna de la actual democracia, pues tan solo la tasa de población lo haría imposible. En ese sentido, nuestro actual sistema electoral, entendido como un mecanismo creado ex profeso para la manifestación veraz de la voluntad del ciudadano a la hora de elegir a sus representantes, significa, uno de los logros más grandes de la historia moderna de nuestro país.

            Con este razonamiento como preámbulo, el emitir el voto en México al día de hoy, trasciende al simple acto de marcar y colocar la papeleta en las urnas, como muchos desean hacerlo ver; votar significa, hacer uso de todo un sistema concebido y perfeccionado año con año, ejercicio tras ejercicio, con solo una finalidad: Hacer realidad la voluntad de un pueblo, y en ello radica la verdadera esencia de este derecho y obligación.

     México llega a los comicios intermedios de 2015, con una amplia gama de reformas, entre ellas, la correspondiente al ámbito electoral, y cuyos efectos ya se han hecho presentas en este proceso, resaltando dos en específico:

     Me refiero primeramente, al nuevo régimen de fiscalización en las campañas electorales, mismo que constriñe a los actuales candidatos a abandonar viejas usanzas consistentes en obsequiar todo tipo de artículos promocionales en favor de sus fórmulas, so pena de nulidad de la elección, por el rebase al tope de gastos de campaña, cuestión que a su vez ha obligado a cada abanderado a realizar campañas de a pie, tocando literalmente, las puertas de los hogares de quien ellos consideran sus votantes en potencia.

No podríamos referirnos a cualquier avance en materia electoral, si dejáramos pasar por alto la que tal vez sea la mayor conquista en las ultimas décadas de este sistema, escribo, claro, de la autorización de candidaturas independientes, mismas que han sido recibidas muy positivamente por un electorado que ve en el actual sistema de partidos políticos la desesperanza causada por promesas fallidas y una nueva oportunidad, a la que han llamado: “ la llegada del tiempo de la gente” y el decaimiento de la partidocracia.

     En suma, esto se traduce en más razones por las cuales emitir nuestro sufragio, que por las cuales recurrir a la anulación del mismo, como algunos sectores y actores se empeñan en tratar de disuadirnos; votar significa en resumen, hacer efectiva, manifestar, nuestra voluntad, mientras que la anulación de nuestro derecho, nos lleva a la idea equivocada de estar manifestando una aversión al actual sistema de gobierno y deja abierta la posibilidad de que sean otros quienes elijan por uno mismo.