México-Tenochtitlan y los 500 años

Nombrar las cosas de una u otra manera quizás nos puede parecer algo superficial y hasta irrelevante. Sin embargo, en muchas ocasiones no lo es; y menos si lo pensamos desde una perspectiva sociológica o antropológica. Es el caso de la serie de eventos culturales que en este 2021 el gobierno

federal y el de la Ciudad de México han organizado para conmemorar los “500 años de la conquista española” sobre Tenochtitlan, suceso histórico fundacional de nuestro país, ahora renombrado como los “500 años de resistencia indígena”.

El cambio no es cosa menor, según se dejó ver el pasado 13 de agosto en el acto oficial realizado en el Zócalo de la Ciudad de México, donde se inauguró una maqueta colosal del Templo Mayor que reproduce el centro ceremonial y militar más importante de los antiguos mexicas. Con esta ceremonia el Estado y sus gobernantes pretenden reforzar la identidad nacional de los mexicanos y, a la vez, rescatar nuestra memoria histórica desde una visión diferente a las celebraciones realizadas por los gobiernos anteriores.

La visión cultural —y por qué no decirlo, también política— del gobierno actual, según se desprende del programa de actividades en curso, tiene el propósito de reivindicar a los pueblos originarios del México prehispánico como parte sustantiva del México contemporáneo, nación que ahora se reconoce a sí misma con un origen multiétnico representado en los siete millones de mexicanos que hablan 68 lenguas maternas de raíz mesoamericana, además del español impuesto como el idioma oficial y unificador del vasto territorio nacional.

En este contexto se puede entender el hecho de que, una vez más, y a nombre del Estado mexicano, el presidente André Manuel López Obrador haya pedido perdón a las víctimas de la conquista española, y del proceso de colonización subsecuente que se prolongó por tres siglos, y que tuvo como una de sus consecuencias más lamentables el aniquilamiento y casi exterminio de la población mesoamericana, de su cosmogonía y de sus expresiones culturales más significativas.

En el ámbito académico, en particular en el campo de las ciencias sociales y de la antropología, esta forma de comprender los procesos históricos que implican ocupaciones militares, políticas masivas de colonización y explotación tanto de los recursos naturales de territorios conquistados como de la fuerza de trabajo de su población originaria, ha dado lugar a una corriente teórica de análisis que le da voz al sujeto social “subalterno”, quien nunca la ha tenido, pero que históricamente ha resistido la opresión en contextos postcoloniales como los de Asía, África o América Latina.

¿Puede el subalterno hablar? ¿Pueden los pueblos originarios del México actual hablar con su propia voz? Son interrogantes que intrínsecamente contienen una crítica a la visión nacionalista y dominante de una cultura resultante del mestizaje entre europeos e indígenas, que procura invisibilizar la presencia de africanos e indígenas y de sus descendientes. En contraparte se erige una concepción de país multicultural fundado sobre la base del respeto a la diversidad y a las expresiones de las minorías.

Desde esta mirada cultural es que vale mucho la pena disfrutar el programa conmemorativo de los 500 años de la caída de México-Tenochtitlan y de la Resistencia Indígena en la Ciudad de México, como son los adornos y la iluminación del zócalo capitalino; así como la maqueta colosal del Templo Mayor: la experiencia de “mapping” o técnica visual de proyección sobre esta misma maqueta, con duración de quince minutos, que relata un viaje por los orígenes ancestrales de nuestro país.

El espectáculo está abierto al público de forma gratuita hasta el 29 de agosto en tres horarios: 20:30, 21:30 y 22:30 horas; además de sus transmisiones por diversos canales de televisión pública: y, finalmente, también se tiene la alternativa de buscar estos contenidos por canales digitales de Internet como Youtube.

Por otro lado, pero como parte del mismo programa conmemorativo, a partir del 13 de agosto del año en curso, la estación del metro Zócalo de la línea 2 de la Ciudad de México cambiará de nombre para oficialmente llamarse Zócalo-Tenochtitlan. Asimismo, también en el centro de la CDMX, la avenida Puente de Alvarado en adelante será nombrada Avenida México; y la estación Puente de Alvarado del metrobús de la línea 4, recibirá el nombre de estación México-Tenochtitlan. Es decir, que las nuevas formas de nombrar las cosas tienen de fondo el interés por recuperar la memoria histórica de lo que nos da sentido e identidad cultural en el mundo. @NohemyGarcaDual