Los divinos, la historia de un feminicidio convertida en novela

Laura Restrepo es una reconocida escritora colombiana contemporánea, quien a partir de un hecho real que conmocionó a su país

decide hacer una “novela íntima, de ficción”, con la idea de tratar de explicarle al mundo, y a ella misma, por qué un arquitecto de “buena sociedad”, “un tipo guapo y exitoso” comete un feminicidio, es decir, el asesinato de una niña de Bogotá, en uno de los barrios pobres de la capital colombiana, realizado por hombres, sin otro motivo que odio , desprecio, placer o el sentido de pertenencia de esa persona.

De una situación así, que en México tristemente nos resulta bastante familiar, Laura Restrepo escribe Los Divinos (2018), una novela muy interesante y amena, con un toque de conciencia social, pero sin perder la esencia narrativa y literaria de la obra en su totalidad. Se trata, como dice la propia autora, “de una novela intimista, por eso es ficción y no investigación”, ya que el resorte que motivó su realización fue “indagar a fondo de la cultura, para saber quiénes somos nosotros, no sólo el asesino, sino también los que creamos este caldo de cultivo para que este tipo de violencia sobre la mujer se ejerza”.

A pesar de lo impactante que para cualquiera pudiera parecer el abordar el feminicidio como tema de una novela, lo cierto es que el tratamiento que le da Restrepo a sus personajes es muy humano: los construye de manera retrospectiva, desde sus infancias, con sus carencias afectivas y sus fortalezas sociales, en un entorno cultural que tiene al Liceo Quevedo, un colegio privado sólo para varones, como el lugar del encuentro de cinco historias de vida que convergen en una sola.

Como buena narradora, la autora nos lleva a que vayamos conociendo a sus personajes con calma y con cierta profundidad, por lo que cada capítulo lleva el nombre de uno de los actores centrales, iniciando con El Muñeco, alias Kent; el Mi lindo; Dolly-boy; o el Chuky, llamado así por su gallarda presencia, y a quien describe con el lenguaje y las variantes idiomáticas propias de la sociedad bogotana. El muñeco va por ahí, “regalado él, dando y tomando papaya, expuesto a la noche bogotana, que puede llegar a ser sórdida”, para otros, no para quien se siente “divino” y muy querido, a pesar de sus modos y fama de matón y atrabiliario.

Luego está El Duque, alias Nobleza; Dux; Kilbeggan; es el amigo más rico del quinteto, cuya opulencia económica le viene de abolengo, “con sexapil y estilacho.” Con un don de mando que le viene de su “vocación de dominio”, y que amasa una cuya fortuna hecha “a punta de trapisondas (…) que luego triplica en el mercado negro”. Es lo que se dice, un distinguido pillo de cuello blanco.

El Tarabeo, alías el Táraz; Dino-Rex; Rexona; da forma al capítulo tres de la historia. Este es el amigo que encabeza al grupo de Los Divinos. Él es el que posee la clave del éxito, a decir de los demás. Es el más misterioso, el que tiene más aristas que un poliedro y el más difícil de descifrar en su psicología y comportamiento. Responde al estereotipo de los ejecutivos de una nueva generación que, sin tener riqueza de origen, logran obtenerla con artimañas bien aprendidas. El Tarabeo es maestro del disfraz y la simulación, con lo que puede conquistar al mundo.

Otro capítulo da vida a El Píldora, alías Pildo; Piluli; Dora; Dorila; Gorila. Es el tipo “más normal” de los amigos, con un grado cero de monstruosidad, según la perspectiva del sociólogo francés Gabriel Tarde, cuya personalidad apocada lo lleva a convertirse en el “chupamedias o lambeculos para sobrevivir a la arrogancia imbatible y el aura divina” de sus amigos Los Divinos.

El capítulo más largo de la novela es el que la autora le dedica a La Niña; y que nombra así, de manera anónima, que es mujer-niña de las tantas que habitan en las barriadas de los cerros de Bogotá, que carecen de todos los servicios, pero que tienen algo que envidian los bogotanos ricos: son dueños absolutos de la vista de la ciudad, de un cielo majestuoso, de alboradas y atardeceres majestuosos, adornados con rayos, tormentas y triunfales arcoíris, a decir de Restrepo.

El cierre de la historia se da con el capítulo de El Hobbit, alías Hobbo; Bobbi; Job, el amigo de Los Divinos, que sin ser de noble cuna, pertenece al grupo y se mantiene como parte de éste “haciéndome el loco y el excéntrico”. A El Hobbit es a quien la autora cede la palabra para que cuente esta historia desde su perspectiva intimista, como uno de los divinos, pero de cuyo grupo termina distanciándose en un acto de arrepentimiento al afirmar: “este crimen se impone como un espejo, y el monstruo que allí se refleja tiene la cara del país entero”.

Los divinos, es una novela cuya lectura invita a la reflexión sobre quiénes somos y qué responsabilidad tenemos cada quien en la conformación de una sociedad cuyos niveles de violencia permiten la existencia del feminicidio. Y también es una obra que se vale de la literatura para conminarnos a la acción contra este flagelo social.

Entre los reconocimientos obtenidos por Laura Restrepo en su trayectoria como escritora destacan el Premio Sor Juana Inés de la Cruz 1997, otorgado en la Feria Internacional de Guadalajara por su novela Dulce compañía (1995); el Premio Alfaguara 2004 por la obra Delirio; y el Premio Nacional de Literatura de Colombia.@NohemyGarcaDual>