La palabra más inclusiva

Llama la atención que, a pesar de los avances tecnológicos, a pesar de los cambios en mentalidad y a pesar de los avances

y retrocesos mundiales democráticos, existen grupos que ahora se autonombran como grupos históricamente excluidos.

Vayamos por partes.  Anteriormente, se respetaban normas y reglas ortográficas.  Se mencionaba “todos” cuando se refería a un público, a una comunidad, pueblo, nación o integrante del planeta y el término en sí no excluía a absolutamente ninguna a raza, credo, preferencia sexual, empleado, desempleado, adultos, jóvenes y niños o bebés. Todos significaba que nos incluía a todos.

El decir “todos somos responsables” nos incluía a que todos éramos responsables. Todos teníamos derechos, era que todos teníamos derechos. No había distinción alguna. 

El mundo cambio hacia esa mentalidad.  Si bien, había características en cada población que en sus constituciones necesitaban crear, implementar o ajustar ciertos derechos, jamás estuvieron excluidos.  México creció y avanzó en esta filosofía.  “Todos éramos todos”, insisto, sin excluir a nadie.

Hasta donde recuerdo, el primer gobierno que abiertamente hizo esta distinción fue el de Vicente Fox.  Se dejó vencer por un grupúsculo de seis o siete legisladoras del PRD, supongo mal cimentadas emocionalmente.  En México en ese momento comenzó la separación en la ciudadanía.  Es cierto, desde la presidencia se dejó de incluir y comenzó a excluirse.  De allí iniciaron los discursillos diferenciados de un “todos y todas”, “niños y niñas”, etcétera.

Parece broma, pero esta inconformidad de este pequeño grupo se replicó en otros grupos que en la actualidad presumen haber estado históricamente excluidos.  En el resto del mundo también sucedió.  Tal vez esos gobernantes no eran tan gobernantes y se dejaron convencer por una minoría.  Es posible que por eso ahora, en el 2022, el mundo está dividido y tiende a elegir autocracias por la pretensión de regresar al pasado y buscar a alguien ordene el desorden. El “todos” está en pausa.  Existe segregación.

La mala noticia es que su búsqueda era en realidad adquirir o mejorar derechos que eran necesarios para su libre ser, actuar y pensar, más allá de la raza, sexo o comunidad.  Homologar o adaptar mejores derechos que nos rigieran de la misma manera a unos y a otros.  Continuar siendo “Todos”. 

 Cuando un grupo se autoexcluye, deja de pertenecer al grupo que antes los incluía y como consecuencia tienden al aislamiento.  Tal vez falta entender que desde el lenguaje mismo mientras más se excluyan más aislados estarán.

Por ejemplo, antes, al menos a finales de los 70’s y en los 80’s, y más aún en los 90’s, teníamos reuniones con todos, porque nos caían bien, porque eran nuestros compañeros de la escuela, porque eran compañeros de trabajo.  No importaba si comían frutas, verduras o carne, o les gustaban los hombres o las mujeres del mismo sexo.  Eran nuestros compañeros y se les invitaba a los desayunos, comidas o reuniones.

Ahora, ciertos grupos prefieren no reunirse porque sus hábitos mentales son diferentes, entonces los homosexuales se juntan como homosexuales, las mujeres con mujeres, los veganos con veganos, los vegetarianos con vegetarianos, y así sucesivamente.

¿Qué nos sucedió?  No lo sé, tal vez estos cambios de mentalidad hicieron que nos separáramos.  No sé si fue algo natural o provocado por líderes o gobiernos autoritarios que mientras más divididos encuentren a la población, más fácil manipulan a esa población.  O tal vez como en México, lo provocaron algunas legisladoras más jóvenes que yo, presumían de querer librarse del yugo masculino.  No sé de qué querían liberarse.  Hasta donde recuerdo a los 14 años, en 1975, mis padres ya me habían educado independiente, libre para decidir y hacer y no estar sometida a un yugo o una voluntad externa, pero siendo y abogando por ser mejor ciudadana. 

Pregunto entonces, ¿por qué 25 años después, en el 2000, en la época del Presidente Fox, estas legisladoras nos comenzaron a dividir y de allí se desprendieron una serie de movimientos sociales con una premisa falsa: haber estado históricamente excluidos?

Lo que es un hecho es su realidad, nunca refleja ni reflejará la integración completa de una comunidad, población, o más específico, de una nación. ¿Quiénes fueron estas legisladoras o qué o quién las motivo a manipular a la sociedad? ¿Muchas de ellas estarán en este momento bajo el amparo del gobierno actual? Solo bastará revisar los periódicos de aquellas fechas para encontrar sus nombres. 

Es triste que ahora se trate a los mexicanos como mexicanos y mexicanas, ciudadanos y ciudadanas, chairos y fifíes, hombres y mujeres, comunidades civilizadas y comunidades indígenas, niños y niñas, comunidad lgbtqi+ y comunidad heterosexual, cristianos y católicos, protestantes y laicos, judíos y árabes, etc., etc.  ¿Quién o quiénes han sido responsables de esto? ¿Acaso lo que estamos haciendo no es discriminación, o mejor dicho autodiscriminación?

Desde mi punto de vista TODOS, somos mexicanos.  TODOS debemos gozar de los mismos derechos y obligaciones que marca la ley.  ¿Por qué permitimos las autoexclusiones?

Lo que es cierto y se puede revisar a nivel mundial, es que los gobiernos autócratas y tendientes a las dictaduras aprovechan estas divisiones para crear más divisiones y por ende, controlar grupo por grupo, no solamente a una comunidad, sino a toda una nación.

¿Qué nos pasa? ¿En verdad Todos, no somos Todos?

 #YaBasta. 

LINDA L. ESPONDA

Traductor perito.  Miembro de la SOGEM.  Ha participado en diversos recitales y encuentros poéticos y literarios entre los que se encuentran, “Las Mujeres Hablan”, “Eje Central Esq. Con Independencia”, “Encuentro con Poetas Chilenos”. Ha publicado sobre diversos temas tanto financieros como políticos en el diario “El Mexicano” en Baja California. Participando en programas tal como Disyuntiva TV proporcionando cápsulas relacionadas con el sector financiero o del 8 de marzo, día de la Mujer. Impartiendo diversos talleres literarios como, Curso-Taller de Creación Poética, El Fondo de la Forma, Análisis Literario desde el siglo XIX al siglo XXI. Autora del libro Rojo Caín (inédito) (Prólogo por Don Carlos Monsiváis), Cicatriz de Luna (entre otros). En la actualidad imparte cursos y talleres tanto poéticos como de narrativa, como de Ensayo.