Opinión

Por mera casualidad me he involucrado en la lectura de tres textos que me demuestran la fragilidad del Estado de Derecho, me explican por qué estamos como estamos y dan cuenta del enorme cinismo

Andrés Manuel López Obrador es un hombre que acumula un tremendo odio irracional sobre el pasado de este país. Y no le gusta por la simple y sencilla razón de que abomina el triunfo de los demás, pero sobre todo, el nivel de preparación que sus antecesores tuvieron en su paso por la Academia.

Consumado el autoritarismo con el que se desaparecieron 109 fideicomisos, los diputados que se dicen son representantes del pueblo, ya sea bueno o malo, aplaudieron a rabiar su triunfo por ser mayoría, sin escuchar las voces de la cultura, ciencia, deporte e investigación, porque la prioridad era quedar bien con la “línea” trazada por su “patrón” de Palacio Nacional.