La unidad mexicana solo en la tragedia

Cuando por desgracia México sufre fenómenos naturales, como el terremoto o la inundación, brinca de inmediato la generosidad de miles de mexicanos, prestos para ayudar.

Acciones ejemplares, espontáneas, sin ánimo de lucro; mexicanos dispuestos a buscar sobrevivientes si se trata de edificios o casas derrumbadas por temblores o a rescatar a quienes son arrastrados por corrientes de agua y corren el riesgo de morir ahogados.

Son reacciones humanitarias que se repiten cada vez que hay una desgracia en nuestro país. Cooperaciones multitudinarias para entregar despensas a quienes resultaron afectados.

La llamada sociedad civil se organiza sin necesidad de esperar la convocatoria de autoridades. Actúa de inmediato, porque la rapidez con que lo haga puede significar el salvamento de vidas.

Hay unidad mexicana admirable, sin importar el estatus social, para ayudar a quienes son víctimas de la catástrofe.

Se olvidan o se hacen a un lado pleitos, enconos y diferencias. Prevalece la solidaridad con los que sufren, como sucedió en la Ciudad de México en los sismos de septiembre de 1985, en los anteriores y posteriores temblores.

Entre todos, las tareas de rescate se vuelven más efectivas. Como dice el dicho, la unión hace la fuerza.

Si está comprobado que unidos logran mejores resultados, es difícil de entender que no se haga lo mismo en obras o acciones que buscan calidad de vida para los mexicanos. En su lugar abundan agresiones y descalificaciones, aunque dañen el bienestar de todos.

Arturo Zárate Vite

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@zarateaz1

arturozarate.com