Hay políticos, que por sus raíces familiares nunca han vivido en condiciones de pobreza, siempre lo han tenido todo,
más allá de lo indispensable. Disfrutan del patrimonio hecho por sus antecesores y de lo que ellos mismos han sumado con sus ingresos en posiciones relevantes, en los ámbitos privado y público.
La pobreza la conocen por lo que han leído en libros, medios de comunicación impresos, por lo escuchado en radio o visto en la televisión y el cine, así como en las redes sociales.
Es evidente que no ha sido su preocupación y ocupación recorrer zonas populares. Quizás, en su vida cotidiana, lo más cerca que han estado de la pobreza es cuando a bordo de sus camionetas se topan con limpiaparabrisas o cuando caminan algunas calles y ven en el piso a mujeres con hijos en brazos, con vestimenta indígena, rogando limosna.
La expresión “baños de pueblo” no se le atribuye a nadie en particular. Es anónima y se escucha generalmente en la voz de quienes han estado desconectados de la gente menos favorecida.
Una vez que son candidatos o candidatas y tienen que hacer campaña hablan de darse “baños de pueblo”, cuando les toca ir a zonas populares en busca del voto que los lleve al poder.
De acuerdo con el registro de crónicas de campaña de años recientes, se puede leer la historia de quien aspiraba a ser candidato presidencial y llegó vestido con ropa de marca a colonia popular o la historia de otro que siendo candidato presidencial y en gira por estados del sur decidió dormir a ras de piso para saber que sentían nativos que lo hacían todos los días.
Enhorabuena que ya no sólo se busquen los “baños de pueblo” sino también sacar a la gente de la pobreza.
De acuerdo con cifras del INEGI, de 2018 a 2024 se logró que más de 13 millones de mexicanos dejaran la pobreza.
Arturo Zárate Vite
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