Los ridículos de la ignorancia

"La educación no puede cambiar el mundo, pero puede cambiar a las personas que pueden cambiar el mundo"

Paulo Freire

La educación es ante todo un camino y un proceso; el despliegue de las potencialidades individuales, el logro de la conciencia social entendida como reconocimiento del otro en un plano de igualdad, el reforzamiento de los valores universales, el surgimiento de la creatividad innovadora, la construcción de la identidad cultural que, en un sentido holístico, nos permite reconocernos en nuestros rasgos comunes y entender al mismo tiempo el derecho a la diversidad, son tan solo las resultantes, los propósitos últimos, las consecuencias deseables de esa larga trayectoria evolutiva, dinámica y transformadora que llamamos educación: Preparación para modificar y entender la realidad desde un plano de libertad, sin las ataduras del prejuicio o de los sesgos ideológicos; capacidad de análisis racional y de aplicación juiciosa de los conocimientos, las destrezas, las competencias y los valores que en cada etapa de nuestra formación añadimos a nuestro bagaje personal.

La educación exige algo más que un libro en las manos. Donde falta el sentido crítico y las herramientas para discernir; donde la ignorancia, el dogmatismo o la ideologización férrea restringen nuestra capacidad interpretativa; donde la precariedad, la pobreza o la marginación, impiden el acceso a los niveles superiores del saber y del entendimiento, el libro es a menudo papel y palabras o, empleado maliciosamente, un instrumento de imposición dogmática, un vehículo de propaganda ideológica o una herramienta perversa de adoctrinamiento y manipulación.

El libro como semilla de progreso y transformación, de renovación moral y consolidación de los valores sociales, sólo florece en los fecundos suelos de una formación intelectual sólida, en los amplios surcos del conocimiento universal, del pensamiento racional y del sentido crítico labrados en el marco de una educación esmerada, apegada a la verdad, libre de ataduras y de posicionamientos ideológicos.

¿Puede haber en este contexto declaraciones más falsas y absurdas que las expresadas por la señora Gutierrez Müller en el marco del evento denominado "Fandango por la lectura", celebrado en la Ciudad de Obregón, Sonora, que en una mezcla inconcebible de puerilidad, ignorancia y pensamiento mágico, afirmó que obsequiar libros a los delincuentes habrá de modificar sus tendencias delictivas?:

“A ellos hay que regalarles un libro y decirles: Tregua, por favor. Lee, lee para que no ataques a nadie’. Les decimos: ‘toma un libro’”.

“A todos los agresores de estos pueblos y a los que violentan la paz de las personas, de las familias y de la nación, les decimos ‘toma un libro, deja de hacer lo que haces y toma un libro’. Es el arma más poderosa que tiene una nación para vivir en paz”

¡No señora Müller! En una nación en la que el gasto educativo como porcentaje del PIB decrecerá en el 2022 un 0.06% para ubicarse en un insignificante 3.1%; en un país donde se denuesta y se ataca el pensamiento crítico, en el que se desprecia la ciencia y la intelectualidad, en el que se lesiona a las Universidades y a los científicos; en el país que de acuerdo con la OCDE registró en la pandemia la tasa más alta de no inscritos en la escuela; ante un gobierno que desaparecerá, en aras de la "austeridad republicana" trece programas educativos, sus palabras son un mero despliegue de cinismo y de desfachatez: Retórica falsaria y hueca.

Mein Kampf, el libro autobiográfico y el tratado político de Adolf Hitler, que comenzó a escribir en la prisión de Landsberg en 1924, tras haber sido condenado a cinco años de prisión, promovía las convicciones y los componentes fundamentales del nazismo (su antisemitismo rabioso, su creencia en la superioridad racial del pueblo alemán y su pretensión de obtener para el pueblo germano el deseado "lebensraum" o espacio vital). Desde 1925 y hasta el verano de 1945, el libro vendió más de 12 millones de ejemplares y se tradujo a más de una docena de idiomas, incluida una edición en braille para los invidentes alemanes. El libro no erradicó ningún tipo de violencia; antes bien, fue el catalizador doctrinario del holocausto y de uno de los más grandes desastres en la historia de la humanidad.

Dr. Javier González Maciel

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Estudios universitarios en Psicología, Médico Cirujano, Especialista en Cardiología, alta especialidad en Cardiología Intervencionista en Madrid España, titular de posgrado en Cardiología clínica, miembro de la Sociedad Española de Cardiología, profesor universitario, director médico en la industria del seguro de personas y conferencista para América Latina