EL GRAN JORGE

Siempre he afirmado que escribir sobre amigos cuando han fallecido representa una tarea que

 impacta muchos sentimientos, muchos. Hoy es el turno de dedicarle estas líneas a un GRAN ser humano, luchador, íntegro, maestro de generaciones, precursor de los más importantes medios de comunicación, generador de ideas, MAESTRO y AMIGO. Murió Don Jorge Zúñiga Campos, el de esa enorme e voz, aquel que junto a otros pioneros dio inicio a la televisión y radio mexicanas. Lo conocí cuando Rogerio Azcárraga, Presidente de Radio Formula me tuvo la confianza para dirigir su proyecto informativo de los “40 grandes comentaristas. Me dijo y confirmó que estaría al frente de un noticiario con lo que el llamaba “la solera”. Me fue dando nombres y entendí la enorme responsabilidad, sería el “jefe” de aquellos personajes que de niño me impresionaron para entrar a esta profesión. Todos los días muy temprano me sentaba en la mesa enorme, circular de transmisión con Fernando Mota Martinez, Leon Michel, Pedro Ferriz Santacruz, Jacobo Moret, Fernando Marcos, Angel Fernandez,Luis Ignacio Santibañez, Luisito Cáceres y por supuesto Jorge Zúñiga. En ocasiones participaba Hector Lechuga y por eventos extraordinarios le hice de reportero por un asalto a un banco en el espacio de mi querido y admirado Sergio Corona y Luz María Aguilar. No olvidar los muy especiales comentarios de German Dehesa. Don Jorge como yo le decía, Carlitos como el me llamaba siempre, impulsó entre nosotros una confianza única. Compartimos anécdotas, construimos historias y proyectos, nos guardamos secretos, muchos secretos y me privilegio involucrándome con su familia y su siempre compañera Doña Lala. Así que los lazos eran más que estrechos. En todo momento me platicaba de su trabajo en “Noches Tapatías” y lo que hacía y no hacía Lola Beltrán, en sus crónicas en el Noticiero Continental proyectado en las pantallas de cine antes de la película, su cercanía con Paco “malgesto” y Pepe Alameda en las reseñas taurinas, pasábamos horas hablando de María Feliz, Silvia Pinal, el “tigre” Azcárraga...le pedía insistentemente me recordara su presencia anunciando la cerveza Superior. Competíamos en los “chilacatazos” ( sólo unos cuàntos sabemos que de qué se trata). Encendíamos la chimenea de enorme hogar y a seguir consumiendo horas de conversación. Me presumía un enorme cuadro de puntilleo que ilustraba una vieja hacienday en alguna ocasión me mostró unas cabezas de caballo cuya crin era de caracolas y con insistencia le decía “cuando no las quiera, yo las quiero”. Muchas horas pasamos en Acapulco, lo consentían mucho en Caleta, todo un personaje. Tomábamos camiones públicos y portaba un sombrero rústico tejido con sobrantes de palmeras. Iniciamos un proyecto “lo que el viento no se llevó” y sumó a las transmisiones de radio la edición de espléndidos libros que difundía a través de las legendarias Tiendas Tardan en pleno Zócalo de la Ciudad de México. Lo voy, lo vamos a extrañar. Un personaje de esta estatura queda y quedará como sus frases. Tenía una forma muy particular de mostrar sus buenos deseos, se inclinaba un poco, juntaba y apretaba las manos y sonreía, al tiempo decía, “les dejó un abrazo que los abrace a todos”.A Laura y Parricia, sus hijas, y a Fernando su siempre admirado nieto, mi pésame, mi cercanía y mis recuerdos. Y a él a Don Jorge le queda con justicia aquella frase clara y directa que señala “con grandeza vive quien hecho a grandeza està”. Por mi parte quedó en vida agradecido por su cariño que siempre me regaló.