Con lo mismo de siempre...

Revisando nuevamente los fracasos gubernamentales en materia de combate a la contaminación ambiental y los castigos fiscales disfrazados a la ciudadanía a través de verificaciones y programas como Hoy No Circula, nos obliga a demandar una revisión pronto de las emisiones que produce la zona industrial asentada en el norte de la CDMX, en la linea conurbada del Estado de México  
y la frontera geográfica con Hidalgo. Ahí está la mayor parte del problema que se ha salvado por la injusta impunidad con que operan sabiendo de antemano que los vientos ingresan primordialmente de noreste para estrellarse en el Ajusco en el sur poniente. Gran parte de los tóxicos que recibimos podrían controlarse o evitarse si pusieran en orden a la refinería de Tula. Tiene una capacidad instalada para procesar 315 mil barriles diarios, aunque se informa que ya operaba a un 36%; las instalaciones petroleras en la entidad representan la tercer mayor fuente generadora de partículas con un diámetro aerodinámico inferior a 10 micrómetros. Los ecologistas la han calificado como uno de los seis infiernos ambientales del país dado que la cuenca de Tula es un sitio cerrado que permite que los tóxicos contaminen en lo inmediato a menos de un kilómetro para luego esparcir su nociva nube por toda la CDMX La Refinería “Miguel Hidalgo”, de Petróleos Mexicanos (Pemex), es un claro ejemplo de dos cosas: las mentiras en las que se cubren los gobernantes para abusar de los contribuyentes, y lo equivocado de una política que insiste en emplear energías fósiles, caducas y nocivas. Otro mal ejemplar lo es San Juan Ixhuatepec (San Juanico) ubicado en el municipio de Tlalnepantla de Baz colindante con Ecatepec de Morelos. Se recordamos a más de tres décadas ahí ocurrió una espantosa explosión, la peor registrada, por la detonación de vapores que se expanden al hervir los líquidos. El accidente provocó la muerte de entre 500 y 600 personas y un aproximado de 2 000 heridos, así como la evacuación de 60 mil personas y daños en un área de hasta un kilómetro de la planta siniestrada, debido a la expulsión violenta de restos de la misma. Las víctimas resultaron carbonizadas y asfixiadas por el gas propano. Las detonaciones fueron calificadas como las más mortíferas  en la historia provocada por gas licuado de petróleo. Esa zona sirve de abastecimiento de gas doméstico para la CDMX y los peligros no solo son latentes sino crecientes por permitir, entre otras cosas, el hacinamiento urbano y por ende humano. Pero los intereses políticos y de corrupción son muy, pero muy superiores a enfrentar el problema y resolverlos. Ojalá y esto nos ayude a entender lo que realmente produce los tóxicos en  la CDMX y el fracaso, rotundo y anticipado, que es Dos Bocas.
 
*Presidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y tv
*Conductor del programa Va En Serio mexiquense tv canal 34.2