País de Cínicos

Aquel 1 de septiembre de 1978, el presidente José López Portillo expresó una frase demoledora: “lo peor que le puede

pasar a México es convertirse en un país de cínicos”. A 45 años de distancia esta máxima lamentablemente cobra vigencia. Los actos últimos, los eventos y personalidades de la política en la política han transformado a nuestro país en un botín de intereses que marca evidentes retrocesos de la nación frente a la competencia mundial. Quienes atracan son premiados, protegidos. El nepotismo, el amiguismo, el compadrazgo se lucen. No hay improvisación hay protección al crimen organizado. Se suspenden las garantías de manifestación pública con vallas o elementos policiacos y la expresión es todos los días sancionada, mal calificada, amenazada. Los contratos públicos rompen normas y se otorgan a quien se les da la gana. La educación en sus niveles más bajos y los libros de texto sirven de adoctrinamiento político. Se atenta contra instituciones y se imponen obras faraónicas con presupuestos mega millonarios. Hay más 800 mil muertos por la pandemia y ningún responsable, un criminal incendio en una estancia migratoria sin castigo, el uso y mal uso político del caso Ayotzinapa, la grotesca liberación de Ovidio, el majadero olvido oficial de las víctimas en Guerrero por el huracán Otis. Tesis que se plagian, candidatos que se inventan en encuestas patito, endeudamiento sin control. Eventos cívicos en donde se anula la participación de los otros poderes de la Unión y se tolera, se permite la intimidación de la ministra presidenta de la Corte. Se borran o desaparecen fideicomisos, se encuentran narcocostales mexicanos en Hong Kong. Reos que abiertamente comen en restaurantes de lujo luego de ser extraditados. Apoyo a dictaduras y tiranías. Ministros de la Corte sirvientes del presidente aprobando iniciativas por consigna no convicción. Y que conste que he omitido nombres porque resulta visible quiénes son y dónde están. Saltan de nóminas y presupuestos sin decoro. Usan el más bajo lenguaje para referirse a los demás. No toleran los cimientos básicos de la democracia por el contrario honran a sujetos extranjeros que representan a pueblos oprimidos. La diplomacia mexicana en su más reducida expresión. Funcionarios que hablan de apoyar a los marginados, pero usan los recursos nacionales para pasear a sus familias para lucirse en redes sociales, utilizan el fuero para buscar impunidad, negocian con migrantes como si se tratase de mercancías a cambio. Se rifa avión presidencial y se apoderan de líneas aéreas quebradas. Derechos Humanos ausente ante una cifra nunca antes registrada de asesinados, secuestros, feminicidios y desaparecidos. Usar a los pobres como “estrategia política” mientras el número de estos se multiplica por millones. A 45 años López Portillo no se equivocó. Vemos estafadores, atracadores y ladrones saqueando tiendas de autoservicio, pero más en escritorios y oficinas públicas. Son los encapuchados cobardes y a sueldo los que dominan las calles de las ciudades, las autopistas, las casetas de peaje mientras la Guardia Nacional es un fantasma que no recibe órdenes de proteger a los padres que a gritos demandan medicinas para sus hijos en fase terminal. Sí, López Portillo acuñó esa triste frase, pero también se burló de la nación con aquello del “orgullo de mi nepotismo”, un cínico hablando de cínicos y actuando como perro en defensa de nuestra moneda. Los tiempos cambian, pero no hay avances que nos den categoría. Los eventos ahí están y el crecimiento exponencial de cínicos está dejando huella.

CARLOS RAMOS PADILLA
*Conductor del programa VaEnSerio mexiquense tv canal 34.2, izzi 135 y mexiquense radio