Espiados y seguidos legalmente

¿Hasta dónde la tecnología ya nos gobierna, nos instruye, nos domina? ¿Cuáles son y serán los límites de lo que

conocemos como inteligencia artificial? Ya no sabemos apreciar lo real de la irreal. Somos espiados, seguidos, con nuestra plena autorización y nadamos en “la nube” con  toda nuestra carga histórica, intelectual y emocional. Años atrás, no muchos, se escribía sobre ciencia ficción como una modalidad literaria que pisaba hasta los círculos del terror colectivo. Orson Wells levantó el temor masivo con una supuesta invasión extraterrestre a través de una narrativa en la radio, después vino Alfred Hitchcock y la producción de series como “Galería Nocturna” o “Dimensión Desconocida”. La fantasía con incipientes efectos especiales iniciaban el cambio de percepciones. Veíamos a un Simio trepar el Empire State, a un superhombre volar, a una familia perdida en el espacio o a seres humanos en “Tierra de Gigantes”. La tecnología se fue perfeccionando y aprendimos a convivir con dinosaurios, a ver a Sandra Bullock en el Espacio, a experimentar una explosión volcánica en “Pico de Dante” o a hundirnos con el Titanic. Pero hay la variante es muy peligrosa. Vivimos atados a máquinas y a sistemas: internet, celulares, ChatGPT, asistentes o gerente de IA como Siri, Alexa, Waze…nos levantamos y pedimos postcast o selección musical o ambientes tranquilizantes y de meditación a Spotify. Localizamos a un familiar en ruta aérea en cualquier sitio del mundo al instante y sabemos su origen, asiento asignado, horas de vuelo y destino. Vemos al “Tío Richie” con un tvshow virtual, a Trump, Putin o cualquier líder y político en pasarelas de moda o bailando. Reproducimos la explosión de una central nuclear en Irán causada por una bomba estadounidense y luego nos aclaran que es Fake. Nos comunicamos a distancia con quien sea por “zoom”. En lugar de saludar por las mañanas a nuestra familia lo hacemos con las máquinas pidiéndoles la redacción de un reporte, la temperatura ambiente o la elaboración de una carta presentación. A los edificios “inteligentes” les damos un valor de poder intelectual. Abrimos la hielera y una voz nos indica el volumen de energía que se pierde. La APP nos indica cuánto combustible la falta al auto. Apretando un botón pagamos a distancia el parquímetro. Todo eso nos alienta poco a poco a ser más vigilados pero inútiles. Ocurre que ya no sabemos multiplicar o sumar en la aritmética más elemental desde que aparecieron las calculadoras. Hoy ocurre lo mismo, sin celular nos sentimos desnudos, aislados, expulsados de la comunidad. Es de miedo saber que por cualquier sistema funcional en el hogar te están videograbando o escuchando permanentemente compañías de informática. Estamos permitiendo nuestra esclavitud virtual. Estamos dejando de leer e instruirnos para incomunicarnos con los móviles y perder contacto humano. Los robots o lectores de barras nos agilizan las compras en el supermercado. Y con un botón encendemos un foco en casa estando en otro país. Damos vida a pinturas y obras pláticas o nos muestran los rasgos físicos en movimiento de personajes históricos para poder ver sonreír a faraones y personajes fallecidos hace siglos. El Papá Francisco se reencuentra en el cielo con Michael Jackson o Kennedy o Elvis. Repito de miedo donde nos estamos metiendo y lo insensibles que nos estamos convirtiendo. Nuestros hijos pequeños ya no interactúan con la familia, su mejor nana todo el día es la “tablet”.  Creas más “amigos” entre descocidos de las redes sociales que en tus círculos cercanos y eso te haces sentir popular y con valor. Ya  no hablamos ni siquiera por teléfono, ahora “chateamos”. En poco no sabrà usted si está colaboración  lo redacté yo (vivo o muerto) o fue la generosa aportación mecánica de un “servidor en línea”.

CARLOS RAMOS PADILLA

*Conductor del programa VaEnSerio izzi 135 y radio mexiquense. Meganoticias, TVC