Sinaloa

Ayer me referí a la intención de gobierno de Evelyn Salgado dando prioridad a la prevención, educación y combate

a la violencia. La evidente voluntad por sacar a Guerrero de la mala estampa generada fundamentalmente por administraciones nocivas, corrupción y sospechas de saqueo como ocurre con la presidencia municipal al Acapulco.

 En contraste tenemos a Sinaloa, un estado muy castigado, pero en niveles que lo han colocado como un territorio dominado por los cárteles y por funcionarios cómplices de los delincuentes.

Historias muchas que detallan poblados, rancherías, puertos y ciudades bajo el control absoluto y dominio del crimen organizado, ese que al amparo de “abrazos no balazos” extendió su poder hasta la intervención en otras naciones con productos criminales como el fentanilo.

Los más grandes capos, los más peligrosos del mundo, los más ricos y poderosos se han fortalecido en Sinaloa y sus gobernantes lejos de estar en la barandilla de la justicia, son premiados con impunidad, protección y más aún, promovidos a cargos públicos incluyendo áreas de la diplomacia.

Sinaloa es ya una costra infecta en la República con un patológico cinismo de su gobernador involucrado en actos fuera de la ley y documentados en grabaciones y videos hoy propiedad de la opinión pública.

Cementerios que intentan atraer al turismo dado que cada mausoleo es estaños de enormes mansiones y lujos insultantes.

Carreteras dominadas por “anillos” de seguridad de sicarios y halcones. Badiraguato, cuna de asesinos, algunos incluso confesos, que recibió la visita, apoyo y recursos públicos del AMLO como presiente y que no pasó eso inadvertido sino como costumbre de gobierno.

Capos entregados por voluntad propia o traición a las autoridades de Estados Unidos en donde se negocia el intercambio de pena de muerte por información privilegiada. Tribunales en donde se destapan nombre de funcionarios, militares y empresarios que lo menos que hicieron fue lavar dinero, lo más: permitir el huachicoleo, los secuestros y los asesinatos.

Inteligencia nacional que escondió información referente a campos de concentración y cementerios clandestinos en donde desparecían a los incómodos, mostrando una inocencia que nadie cree, del gobernador y las autoridades federales.

Culiacán y el “culiacanazo” en donde AMLO actuando como ministerio público aceptó y reconoció públicamente que él ordenó la liberación de Ovidio Guzmán sin que se le aplicara sanción alguna al capó y al expresidente.

Mazatlán de puerto turístico a centro de negocios y lavado de dinero de empresarios coludidos con los narcos e hijos de políticos para dominar en restaurantes, antros, centros comerciales y hotelería.

Insisto, abusando de la aparente candidez del gobernador que no se entera de lo que sabe todo México. Aduanas corruptas por donde se comercia con humanos, armas y drogas bajo la complacencia federal y estatal. Así Sinaloa, que no es tierra de nadie, sino propiedad de los matones, esos mismos que amenazan a líneas aéreas con no sobrevolar algunas rutas inconvenientes a razón de derribar a los aviones.

Sinaloa, interés de los del poder por cumplir con frecuentes giras presidenciales. Sinaloa, foco de atención e investigación de organismos y gobiernos extranjeros. Así las cosas y los ejemplos, las disparidades y contrapuntos.