MANIPULACIÓN Y DESGRACIA

sinpunto

Después de todo lo que ha ocurrido en torno al caso de la muerte de los 43 normalistas de Ayotzinapa vale la pena discernir en algunas cosas que se nos quedaron enredadas en los grandes flujos de información que se generaron en torno a este lamentable suceso. Primero hay que señalar que los normalistas desaparecidos son de origen pobre. Muy pobres si se vale la puntualización acerca de su condición social. Pero el problema no es su pobreza, es la maldita manipulación de que son objeto los jóvenes que ingresan al sistema normalista rural del país. Para entender a cabalidad la gravedad del asunto que desencadenó la tragedia, hay que señalar que las normales rurales son el último reducto de los grupos guerrilleros que todavía pululan en el país, sobre todo en Guerrero.


El adoctrinamiento está por encima de todo. La enseñanza de la sobrevivencia requiere dejar sin comer a quienes inician el ciclo del aprendizaje donde la reivindicación social está por encima de las aptitudes para el apostolado magisterial. Primero la lucha, después lo educativo. La meta principal es terminar con el poder establecido utilizando los recursos del Estado para continuar con la vigencia de esa raigambre guerrillera heredada de los próceres Lucio Cabañas Barrientos, Genaro Vázquez Rojas y Othón Salazar. Alguna vez este último inició un movimiento nacional para generar una nueva revolución en los años setenta del siglo pasado. Cuando los que lideraban el movimiento en todo el país se dieron cuenta de que eso no era viable, decidieron dar marcha atrás.

En una reunión en Tlapa de Comonfort, Antonio Becerra Gaytán procedente de Chihuahua, y Othón Salazar, pretendieron explicar a la gente que no habría revolución porque no había condiciones propicias para llegar al triunfo de la causa. Después de mucho discutir con la mayoría que señalaba que querían tomar las armas para combatir, en un momento de desesperación Othón Salazar les dijo que si querían revolución estaba dispuesto a acompañarlos y combatir, y les pregunto qué contra quien iniciarían los combates. El silencio se hizo pesado y los segundos se hicieron eternos. Nadia hablaba, Othón y Antonio los observaban detenidamente. De pronto surgió un grito desde el fondo del local diciendo: "vamos a matar socialistas". Como si hubiera sido una indicación todos comenzaron a corear que había que matar socialistas para que la revolución fuera un éxito.

Ahí entendieron Othón Salazar y Antonio Becerra Gaytán que los ideales no existían, solamente las ganas de rebelarse. Finalmente el movimiento se perdió en el tiempo. Debo decir que esta anécdota me la platico don Antonio Becerra Gaytán, quien todavía vive en Chihuahua, y cuando el Ejército Mexicano lo detuvo, al inicio de los setentas, todo el estado se convulsiono exigiendo su inmediata liberación. Los 43 normalistas no murieron por ideales, murieron por los excesos que los hicieron cometer quienes desde dentro de la normal rural de Ayotzinapa los adoctrinaron para que se convirtieran en verdaderos guerrilleros. Esa es la realidad de la desgracia. Se originó en un presunto idealismo retrogrado que los mando a asaltar a la pareja imperial de Iguala. Lo demás ya lo sabemos. Los culpables directos están en la cárcel. ¿Y Quienes los aleccionaron? Seguirán haciendo lo mismo con los de recién ingreso. Al tiempo.This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.