ESTUPIDECES PRESIDENCIALES

Hay cosas que definen claramente a los hombres y mujeres que decidieron abrazar el

 servicio público como una vocación al servicio de los demás. Pero también hay que señalar que esta peculiaridad no es otra cosa más que un deseo, porque hasta ahora el costumbrismo mexicano indica que la única vocación que han tenido quienes eligen trabajar en el servicio público, es para hacerse ricos y disfrutar de las mieles del poder antes que pensar en el bienestar de los demás.

Por desgracia pocos han sido los mandatarios de este país que han tenido una verdadera vocación para ayudar a los desposeídos. Ahí están Benito Juárez García y Lazaro Cardenas Del Río como ejemplo de hombres virtuosos que dejaron una huella profunda en los mexicanos de todos los tiempos. Otros fueron aquellos que iniciaron la gesta heroica de 1810 y que pese a que muchos de ellos quedaron en el camino, permitieron a los mexicanos que alcanzáramos a ver la culminación de ese movimiento que logró la emancipación de este país de la España imperial.

Tres etapas distintas que le dieron identidad propia con la sangre derramada por muchos hombres y mujeres que participaron en cada una de ellas, y lo hicieron porque tenían convicción y aspiraciones de construir un futuro mejor para sus descendientes. Hoy por desgracia el sentido de la heroicidad ha sido sustraído por una caterva de fascinerosos que se sienten dueños del país porque participaron en un movimiento cívico que ganó la elección presidencial, pero cuya vocación no es el bienestar de los demás, sino la conveniencia propia.

Mientras el resto del mundo se ha preocupado por los efectos letales del llamado coronavirus19, en este país tanto el Presidente de la Republica como sus principales funcionarios se han dedicado a evidenciar la estupidez con la que conciben el ejercicio de gobierno. Si bien es cierto que hasta ahora han sido pocos los casos de personas infectadas por dicho virus, también lo es que la alerta sanitaria mundial ha tenido muestras y connotaciones de profesionalismo en todos lados, menos en México, donde la improvisación presidencial y las estupideces y ocurrencias de funcionarios de alto nivel han dado la nota.

En lo personal me resulta inconcebible observar a un subsecretario señalando como lavarse las manos al ritmo de las “mañanitas”, y al día siguiente seguir dando recomendaciones a base de ocurrencias. O el “detente” mostrado por el irresponsable Andrés Manuel López Obrador cuando sacó a relucir las estampillas religiosas que le han regalado, y que trae siempre en su cartera. No sé si recuerde el juramento de guardar y hacer guardar la Constitución, pero ya se acostumbro a pasársela por el arco del triunfo porque sus huestes nunca tratarían de enjuiciarlo.

Yo no sé si el señor López Obrador, que trabaja de Presidente de la Republica de manera irrespetuosa e irresponsable, entenderá que el juicio de la historia por lo regular siempre es severo, y que hasta ahora sus dislates tendrán un alto costo cuando tenga que afrontar esa responsabilidad. Quizá poco le importe, pero hasta ahora un amplio número de mexicanos le guarda mucho encono por la manera tan despreciable en que ha derrumbado esas instituciones que durante mucho tiempo fueron pilares fundamentales del desarrollo del país. Recuerdo con amargura cuando espetó: “Al Diablo con sus Instituciones”. Yo diría ahora: “Al diablo con sus estupideces”. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.