El miedo y el burro

Bien dicen por ahí que el ingenio de los mexicanos es plantear escenarios para reír, lamentar, descalificar, y hasta para apoyar cada una de las decisiones que desde la cúspide del poder se realizan. Y no es que el escarnio sea uno de los principales elementos de nuestra cotidianidad,
pero hasta ahora quien mayormente ha dado motivos para recibir toda clase de epítetos es el propio Presidente de la República, Andres Manuel López Obrador, quien se afana un día si, y otro también, en ofender el entendimiento de los mexicanos, y entre ellos hay que señalar que existen los adeptos a su movimiento que están desertando por la decepción de un régimen sin dirección, un gobierno sin rumbo, y una serie de excesos que le han costado mucho dinero al país.

Las ocurrencias que surgen en el ejercicio mañanero para presuntamente informar a la nación de lo que se hace desde la máxima autoridad del país, se ha convertido en el tribunal en el que se juzga a los desafectos y se elogia a quienes obedecen ciegamente las decisiones de un Presidente de la República que ha perdido el rumbo, y que se ha especializado en lanzar mentiras todos los días con tal de justificar los magros alcances de un gobierno que hasta ahora ha entregado malas cuentas a la mayor parte de los mexicanos.

Andres Manuel López Obrador prometió encabezar un gobierno distinto, uno que marcara claramente la diferencia a los que encabezaron panistas y tricolores, y habrá que decir que lo está logrando. Hasta ahora la economía indica que el crecimiento está por debajo de menos seis, el despilfarro del dinero que los mexicanos aportamos para el mantenimiento de la burocracia y los programas gubernamentales es brutal. La disposición de los caudales públicos es por desgracia una lamentable identidad de un pueblo que ha sido traicionado por el propio Presidente de la República.

La última hazaña del mandatario ha sido la forma en que presuntamente protegería a la sede del poder público y residencia oficial de un hombre que mostró su cariz de tirano desde que decidió cerrar la Residencia Presidencial y prefirió habitar un Palacio cual sultán tercermundista, copiando a los sátrapas que gobiernan en el Cono Sur del Continente, donde Nicolas Maduro se ha convertido en el principal mentor de hombres y mujeres con brutales ansias de poder para enquistarse sin tener que rendirle cuentas a nadie.

Su decisión de blindar las instalaciones palaciegas con un muro de metal por el miedo que tuvo a la anunciada protesta de infinidad de mujeres que reclaman un trato digno, y que hace un año causaron destrozos a sedes gubernamentales y a los sistemas de transporte colectivo, ha sido patética. El que antaño se señalaba a sí mismo como un ""demócrata", ha enseñado su verdadero cariz autoritario. Lo increíble es que haya pretendido llamarlo "Muro de Paz", lo que ha sido incluso criticado hasta por los mismos morenistas.

Andres Manuel López Obrador ha cometido errores que al tiempo le resultaran costosos, y eso habla de que no está midiendo la inconformidad con su gobierno de amplios sectores poblacionales que han puesto en la mesa de discusión su vasta capacidad de convocatoria y de los que son capaces hacer cuando de tomar las calles se trata. Es una vergüenza que el que siempre se definió como ""un demócrata" haya realizado un acto que muestra y demuestra la vileza de que es capaz con tal de mantenerse plácidamente en el poder pese al daño que ha causado a los mexicanos. El destino lo colocará en el basurero de la historia. 
 
Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en el periodismo.