El Juicio de la Historia

Si a algo temen los hombres y mujeres envilecidos por la circunstancia del poder, es al juicio de la Historia. Y pareciera un adagio lo que ahora escribo,

porque hasta ahora no se si el Presidente de la República haya reparado en ello, pero el juicio de los mexicanos no le favorece por más que señale que las encuestas lo sitúan en un alto índice de aprobación. Baste observar el desarrollo de los contenidos que se insertan en las redes sociales para darse cuenta que no es lo mismo hacer encuestas y publicarlas, que encarar la serie de epítetos y descalificaciones que se ha ganado a pulso por su forma de ejercer el poder.

Andres a Manuel López Obrador se acostumbró pronto a descalificar a quienes considera sus enemigos que no adversarios, y lo peor que pudo haber hecho fue solicitar la salida de muchos profesionales del periodismo de los medios en que desarrollaban su cotidiano trabajo porque no le gustan las críticas, y menos la forma en que los periodistas hemos evidenciado su carencia de conocimiento de lo que significa administrar un país, de lo que es el ejercicio del poder para beneficio de la gente y no para favorecer a la caterva de hombres y mujeres que lo acompañan en la destrucción de esa nación, que durante mucho tiempo y esfuerzo hemos construido los mexicanos de todas las latitudes, de todas las épocas, y de todas las edades.

Las demostraciones de odio que utiliza en sus presuntas comparecencias mañaneras que de conferencias no tienen nada porque no informa, y solamente estigmatiza, no son más que una expresión de su arcaico pensamiento de que el poder es para servirse y no para beneficiar a los mexicanos. Una cosa es la eficiencia, y otra es la popularidad, porque ahora se vanagloria de ser el segundo estadista más popular del mundo, y aunque así lo señalen algunas publicaciones que no conocen nuestra realidad y le otorgaron el sesenta y cinco por ciento de popularidad, también hay que señalar que no es lo mismo popularidad que eficiencia.

De acuerdo a los índices del CONEVAL, el índice de personas en pobreza extrema pasaron de 51.9 millones en 2018, a 55.7 millones en 2020, lo que significa un incremento de 3.8 millones de mexicanos que el Presidente Andres Manuel López Obrador ha confinado en la pobreza. Esto quiere decir que pasamos de un 41.9 por ciento en 2018 a 43.9 por ciento en 2020 en las mediciones de la pobreza. Por mucho que el Presidente saque su pañuelito blanco en sus mañaneras para señalar que se ha logrado disminuir la pobreza, la verdad es que los resultados de su gestión son el principal indicativo del desastre que se avecina.

Si existe algo que a cualquiera de los mandatarios en cualquier lugar y circunstancia les preocupa, es el juicio de la historia. Y ojalá el tabasqueño repare en ello, porque hasta ahora sus cuentas alegres enseñando su pañuelito blanco en las mañaneras, no es más que un estúpido desplante con el que pretende seguir engañando a los mexicanos que le otorgaron el voto hastiados de los desastres provocados por las anteriores administraciones. Si bien es cierto que el Presidente sigue manteniendo un alto índice de aprobación, también lo es que los pueblos se cansan de las mentiras, y esta vez no será la excepción.

México y los mexicanos no merecemos lo que estamos pasando, aunque se afirme que los pueblos tienen los gobiernos que merecen. Lopez Obrador pudo haber sido ese hombre que este pueblo necesitaba para salir de la ignominia, y los hechos muestran y demuestran que hasta ahora ni puede ni tiene la capacidad para hacerlo porque ha colocado por encima de todo su mendicidad personal, esa que le ha propiciado odios y rencores, y que sin lugar a dudas lo llevara hacia el extremismo. Insisto, no hay mal que dure cien años, ni pueblo que los aguante. Dividir a los mexicanos es el peor camino para alcanzar el éxito. Por el contrario, así como tiene adeptos, tiene malquerientes, y hasta ahora pareciera que son mayoría estos últimos. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.