LA PERVERSION DE LA JUSTICIA

sinpunto

Solamente en un país surrealista como el nuestro como lo bautizara André Bretón durante su visita a México en 1968, pueden ocurrir eventos como los que en las últimas semanas han reseñado los medios de comunicación en el campo de la seguridad pública.

Observar cuando un policía federal le dice a una persona que está siendo declarada frente a una cámara de televisión lo que tiene que contestar cuando le hace algunas preguntas, y que sea ese el material con que se incriminó a los delincuentes y quien sabe a cuantos inocentes que todavía permanecen en las cárceles, resulta aberrante y ofensivo. Es increíble enterarnos que esta era la manera de justificar la eficiencia policial en el sexenio pasado. Nos engañaron durante mucho tiempo, y con este tipo de evidencias no tendremos otro camino que enviarlos al basurero de la historia.

La propia Marisela Morales, aquella que fuera reconocida por su valentía por el Gobierno de Estados Unidos, aparece reseñada por el testigo protegido al que apodan “Jennifer”, a quien utilizaron para encarcelar a un sinnúmero de políticos y miembros del Ejército Mexicano a quienes había que quitar del camino de la sucesión, como es el caso del General Tomás Ángeles Dauahare, y otros elementos más, para evitar que su generación se hiciera del poder dentro de las fuerzas armadas del país. Lo que se escondió en esta desafortunada intervención de los testigos protegidos fue la lucha por el poder dentro de los mandos de la Secretaría de la defensa Nacional, con lo que cambió considerablemente la correlación de fuerzas y los equilibrios en los controles territoriales en que se divide del país.

Pero siguiendo con la perversión de la justicia instrumentada desde diversas dependencias durante el sexenio del Presidente Calderón, el sicario más buscado y peligroso de su tiempo, Edgar Valdés Villarreal, mejor conocido como “La Barbie”, relata la forma en que la entonces titular de la SIEDO, Marisela Morales le solicitó ayuda para “chingarse” a quien fuera el titular de la Secretaría de Seguridad Pública del estado de Morelos, Luis Angel Cabeza de Vaca, relacionándolo con el narco para encarcelarlo ya que lo tenían arraigado y el juez les había dado pocos días para levantarle el arraigo. La mujer que fue premiada por el Gobierno de Estados Unidos resultó peor que el propio Genaro García Luna.

La forma en que los funcionarios públicos de las más altas esferas policiales pervirtieron la justicia presentando como culpables a infinidad de delincuentes, o a delincuentes menores como los más feroces de los sicarios, ha sido el acto más deleznable que se haya registrado en los laberintos de los excesos del poder. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.