EMPRESARIOS CORRUPTOS

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EMPRESARIOS CORRUPTOS

La corrupción se ha convertido en el mayor enemigo del país, y quizá en el principal escollo para tener una sociedad más igualitaria y con mejores oportunidades de vida. Hasta ahora los sucesos en que la corrupción ha intervenido en nuestro devenir como nación han sido constantes, y para desgracia nuestra se han presentado en los momentos más álgidos y cuando mayores virtudes requeríamos de aquellos que fueron responsables de la conducción de nuestro destino. Ahora fueron los empresarios quienes dieron la nota al asegurar que en nuestro país, en el sector de consumo, de servicios financieros, manufactura y farmacéutico, México es el país en Latinoamérica con mayor grado de corrupción y pago de sobornos entre empresas y gobierno para concretar negocios.

Claro está que lo óptimo para el sector empresarial sería llevarse el total de las utilidades, pero también habrá que decir que son ellos mismos quienes propician esa corrupción que condenan por la costumbre de entregar comisión a quienes toman la decisión de los bienes o servicios que se adquieren para las estructuras gubernamentales. Qué bueno que este tipo de prácticas se hacen públicas, pero insisto, si existe corrupción en todos los procesos de adquisición de bienes y servicios es porque los elementos principales son dos: el corrupto, y el corruptor, y al final del proceso el resultado es que ambos participan en ese lamentable cáncer que ha invadido al país desde tiempos inmemorables. Por mucho que sean los empresarios quienes denuncien este tipo de prácticas, deberán asumir su responsabilidad porque para que haya corrupción se necesitan dos, y uno siempre es empresario.

Por eso me parece que cuando José Claudio Treviño, socio investigador de la firma consultora Ernest And Young señala que el sector empresarial ha llegado a considerar esas prácticas ilícitas como “comunes”, y que se han incrementado ante el complicado entorno económico global que ha persistido en los últimos años, está intentando lanzar culpas hacia los gobernantes aprovechando el desgaste que han sufrido por sus malas gestiones en América Latina, buscando evadir esa responsabilidad a la que me he referido en líneas anteriores. Negar que en México tengamos altos índices de corrupción sería tanto como negar el origen mismo de nuestra identidad, pero también debemos aceptar que no hemos hecho mucho por desterrar esa perniciosa práctica de la corrupción.

Aunque los ciudadanos no seamos responsables de la elaboración de las leyes, somos responsables de elegir a quienes nos gobiernan, y ellos los responsables de no haber establecido penalidades más severas para combatir desde las leyes a la corrupción. Me parece que tendremos que redefinir ese contrato social del que tanto hablan los estudiosos de la Teoría del Estado porque hasta ahora los encargados de conducirnos son los que están fallando. La corrupción se ha vuelto cínica por la impunidad de sus principales actores. Necesitamos criminalizarla y agravarla para encarcelar a los corruptos durante mucho tiempo. Solamente así tendremos la oportunidad de alcanzar ese destino que tanto aspiramos. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.