EL MARIHUANOMETRO

sinpunto

No sé de dónde les haya salido la dehemencia que están poniendo los perredistas en torno a la posibilidad de legalizar el consumo de marihuana en la Capital de la República. En otras colaboraciones he señalado que me parece un debate que busca desviar la atención de otros problemas que debieran interesar más u ocupar un lugar preponderante en la agenda pública del Gobierno del Distrito Federal, como es el caso de la ineficiencia de

quienes ocupan los principales cargos en la Procuraduría General de Justicia, o los evidentes casos de corrupción que hay en varias delegaciones encabezadas por la corriente bejaranista, la brutal corrupción que existe en el INVEA, el saqueo del presupuesto en la Asamblea Legislativa, la descarada corrupción en el Instituto de Vivienda y la mercantilización de departamentos, y tantos casos más que ocuparían la totalidad del espacio de esta columna con sólo referenciarlos.

Como señalé al inicio, desconozco de dónde le salieron las ganas a los perredistas para legalizar el consumo de marihuana. Marcelo Ebrard nos legó una ciudad que algunos dicen tiene la legislación más avanzada en cuanto a derechos, principalmente por lo que corresponde a las libertades sexuales, los matrimonios entre personas del mismo sexo, el derecho de ellas para la adopción, y la concesión del territorio de lo que alguna vez fuera la Zona Rosa, en lo que estoy de acuerdo, aunque no en las manifestaciones alegóricas de su condición sexual a través de conductas que si fueran asumidas de la misma forma por los heterosexuales seguramente terminarían frente al juez público por conductas impropias. De cualquier forma los avances me parece que deben ser irreversibles, y que al paso del tiempo entraremos en un estado de normalidad.

Imaginemos por un momento que se legaliza la marihuana en la Ciudad de México. Primero habrá que decir que controlar el flujo y la venta representará un reto mayúsculo para la administración de Miguel Ángel Mancera, porque habría que traerla de estados donde su cultivo es penado por la ley y habría un conflicto de legalidad. Después discernir cuánto será la cantidad óptima para el consumo de cada cual y los parámetros para su medición. Posteriormente el gasto que se tendrá que dedicar para la rehabilitación de los consumidores, que por cierto serán muchos, y las zonas y lugares donde se permitiría su uso para evitar los efectos colaterales en los no consumidores.

Lo peor de todo es la forma en que se organizarían los retenes para detectar si alguien está manejando bajo los efectos de la marihuana, y los aparatos que se utilizarían para tal fin. Es más, creo que el “marihuanómetro” será el más grande reto que enfrentará la administración central en el caso de una posible legalización. Son muchas cosas más las que se tendrían que considerar para convertir a la Ciudad de México en “Grifolandia”. No será fácil el camino de la legalización del estupefaciente, y menos fácil privilegiar el derecho de los no consumistas. Si de la diferencia en las preferencias sexuales se realizan conductas alegóricas, ya me imagino lo que ocurrirá con las manifestaciones masivas para hacer alegoría del consumo. Seguramente en las ciudades aledañas pensarán que estaremos inaugurando una nueva forma de comunicación imitando el costumbrismo de ancestrales tribus. “Cosas veredes Mío Cid”. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.