ENTRE VICTOR HUGO ROMO Y DANIEL ORDOÑEZ

sinpunto

El periodismo entraña riesgos en algunas ocasiones, y es entendible desde el momento en que a muchos hombres y mujeres que se dedican a la tarea pública no les gusta lo que uno señala de sus comportamientos. Pretender silenciar a un periodista es algo cotidiano en este país y más en la Ciudad de México, pero también hay que señalar

que quienes decidimos dedicarnos a este noble oficio sabemos distinguir entre buenos y malos, hampones y malandros. Quizá sea conveniente señalar que la opinión que tengo del señor Ordoñez es que su presunta hosquedad es producto de sus temores, y me queda claro que no está preparado para la confrontación de las ideas. De ahí su virulencia para amenazar cuando siente o piensa que uno afecta sus intereses.

Quiero dejar constancia que tengo una muy mala opinión del Jefe Delegacional en Miguel Hidalgo. El señor Víctor Hugo Romo es un hombre cínico que dispone a su arbitrio de los recursos públicos en su beneficio personal. La campaña promocional de su figura cuando anunció la celebración de su primer informe resultó ofensiva para los habitantes de las colonias populares de la demarcación. Según cálculos de algunos especialistas a quienes solicite opinión acerca del costo, el dinero invertido por el señor Romo oscilaba entre los diez y los veinticinco millones de pesos. Que un Jefe Delegacional gaste tal cantidad de dinero no es malo si lo tiene y es de su propiedad, pero que disponga de esa forma de los caudales públicos para su beneficio personal resulta ofensivo y aberrante.

El señor Romo tampoco es una perita en dulce, y cuenta con un ejército de maleantes incrustados en el cuerpo de inspección de la vía pública que se dedican a robar, asaltar, hurtar y a disponer de los implementos de quienes por necesidad o gusto tienen que expender mercancías en la calle. He sido testigo de la forma en que operan, y de la manera en que el Jefe de la Unidad, un tal Jair, amenaza a periodistas cuando se les hace ver que su forma de proceder no es el de un servidor público, sino el de un simple ladrón. Víctor Hugo Romo permitió que una presunta actriz ultrajara uno de los lugares de máxima veneración popular en la Ciudad de México: la Rotonda de las Personas Ilustres. Podrá decir misa, pero fue quien extendió un permiso para la realización de una fiesta en el Panteón de Dolores.

El hecho fue abordado por la diputada Gabriela Salido, del Partido Acción Nacional, en la tribuna de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, lo que motivó una airada reacción del diputado Daniel Ordóñez, quien pertenece a la misma corriente que el señor Romo: “nueva izquierda”. Ya me imagino cómo estará la vieja izquierda cuando la intolerancia de “nueva izquierda”, personificada por el “respetabilísimo” diputado Daniel Ordóñez, raya en la cínica acusación contra una mujer a causa de los errores cometidos por algunos de sus correligionarios. Sería tanto como epitetar al señor Ordóñez como un vulgar ladrón simplemente porque la mayor parte de los gobernantes y diputados de su partido han demostrado un tremendo amor por la corrupción y el saqueo de las arcas públicas. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.