Los malos

SINGLADURA

En materia de crimen, violencia y narcotráfico vamos de mal en peor en la otra, muy noble y leal ciudad de México, conforme apuntan todas las evidencias. Al menos, José Ramón Amieva, el relevo en el gobierno de la ciudad de México de

Miguel Ángel Mancera, acaba de admitir lo que su antecesor siempre negó o encubrió, esto último todavía peor, al aceptar que en por lo menos cuatro delegaciones de la ciudad están asentados grupos o carteles de la droga.

Al doctor Mancera poco o nada le importó la ciudad frente a sus ambiciones políticas. Así lo dejó en claro. Mancera quiso ser candidato presidencial y tras su fallido intento, se conformó al menos por ahora con una senaduría, en el clásico juego de lo perdido lo que aparezca. Su compromiso como gobernante de la primera ciudad del país fue reemplazado por una oferta para los próximos años de despachar y cobrar, claro, en la Cámara Alta. ¡Qué pena me da Mancera! Le importó más un buen plato de lentejas que un compromiso con quienes habitamos en esta sufrida ciudad, tan venida a menos por gobernantes de la calaña de Mancera.

Hace cuatro días fueron detectados en la avenida Insurgentes, una de las dos principales de la ciudad, los cadáveres desmembrados de dos personas. El crimen no para. Y ante la inacción, y omisión de gobernantes como Mancera, el crimen más bien crece. La identificación policial de uno de los dos hombres ejecutados reveló que se está en lo que la crónica policial de antaño describía como “un pájaro de cuenta”. Esa definición parece consolar a las autoridades, que la utilizan como una argucia para minimizar los hechos ante la opinión pública. Después de todo, parecen insinuar, se trata de criminales matándose entre ellos. A los ciudadanos “buenos”, no les pasará algo tan atroz como aparecer desmembrado y arrojado con absoluta impunidad en una avenida céntrica.

Pero no, que va. Vamos de malo a peor. Las ejecuciones se repiten. En febrero hubo un escándalo por el trasiego y consumo de drogas en Ciudad Universitaria, donde creen las autoridades operan al menos ocho grupos de narcomenudistas. El asesinato de dos personas en el campus universitario encendió las alertas, pero se sabe que hace al menos una década, hay grupos criminales en CU.

En abril pasado, dos hombres armados que se desplazaban en una motocicleta dieron muerte a un hombre que viajaba con su esposa y dos hijos rumbo a su casa en la colonia Guerrero. La víctima recibió al menos ocho impactos de bala. Su esposa e hijos, entre ellos un recién nacido, resultaron ilesos en el ataque en una zona céntrica de la capital.

Recién a principios de este mes, una pareja y sus dos hijos fueron atacados a balazos en las inmediaciones de la delegación Gustavo a. Madero, entre las más violentas de la ciudad. En el ataque, perpetrado por un par de hombres, murieron los adultos y una niña de sólo dos años de edad. Un menor de ocho años, también hijo de la pareja ultimada, sobrevivió al ataque. Autoridades dijeron que el asesinato múltiple estuvo aparentemente asociado a la venta de drogas.

Así andamos y así vamos. Pero gobernantes del tipo de Mancera tratan de consolarnos, si acaso, con la idea de que se trata de una refriega entre delincuentes, que nada tienen que ver con los ciudadanos “buenos”. Ajá.

Y sin embargo, una vez más hay que recordar que la primera, primerísima obligación de un gobierno, cualquiera que éste sea, consiste en preservar la integridad física y patrimonial de los gobernados que no deberíamos conformarnos con argumentos mediocres y avenirnos a ambiciones gigantes.

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