La realidad

SINGLADURA

Hace mucho que las previsiones económicas en México se incumplen, ya sean éstas optimistas, moderadas o incluso
negativas. Si acaso, esas mismas previsiones suelen reflejar un estimado para el año en curso. Así que una cosa es que se tejan escenarios y otra, muy distinta o distinta simplemente, es lo que ocurre en la vida económica cotidiana de las naciones y las personas.
Dicho esto resulta sin embargo preocupante que en su reciente informe en el congelante Davos el Fondo Monetario Internacional (FMI), el demonio de las finanzas internacionales según el diagnóstico de muchos, establezca que el crecimiento económico de México para este y el año próximo rondará el dos por ciento. Según el organismo, la incertidumbre política y su efecto en el ritmo de las inversiones dejarán apenas a México una tasa de crecimiento de 2,1 por ciento este 2019 y, si acaso, de 2,2 por ciento el próximo. Las cifras dan grima, pero más que eso, preocupan, en especial porque repetirán la historia del comportamiento económico del país en los últimos sexenios.
Uno entiende por supuesto que la realidad es siempre mucho más terca que los buenos deseos y las expectativas favorables que si no todos, la mayoría de los mexicanos nos hemos hecho como consecuencia de un cambio de gobierno y del régimen conocidos hasta noviembre de 2018. Nadie, no al menos quienes aspiramos a un México en crecimiento, queremos convertirnos en agoreros del desastre y mucho menos en inscribirnos en las filas de los adversarios que están agazapados apostando al fracaso del gobierno en curso. Al contrario, deseamos sinceramente que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador entregue resultados distintos a los conocidos hasta ahora. Tampoco se hace uno apuestas ingenuas. Los resultados favorables siempre son el fruto de esfuerzos continuados en el tiempo. Vamos a esperar por ellos. Confiamos en que el gobierno sepa mucho más que nosotros, o al menos algo que nosotros no sabemos.
Mas preocupa, si, que los pronósticos de crecimiento para este y el año próximo sean prácticamente idénticos a los que nos heredaron los gobiernos neoliberales que 30 millones de votantes del país despidieron en julio del 2018. De igual forma contribuye al desazón que haya informes del despido de poco menos de 10 mil personas en distintas dependencias del gobierno federal. Es una cifra alta y multiplicada por un número promedio de cuatro, alarma todavía más.
Al cierre, podría abrirse una polémica en torno al robo del huachicol. El presidente López Obrador censuró a quienes roban “pipas” con miles de litros de combustible, no así a quienes por necesidad se apoderan ilegalmente de combustible en bidones y otros recipientes de dimensiones pequeñas. Recordé a Hilario Ramírez Villanueva, alcalde de San Blas, Nayarit, quien en 2014, planteó públicamente: “¿Que le robé a la presidencia? Sí le robé. Sí le robé. Poquito porque está bien pobre. Le di una rasuradita, nomás una rasuradita. Pero lo que con esta mano me robaba, con la otra se lo daba a los pobres”, dijo. Conste.
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