Si China la necesita, imagínate México

Entrampada la economía del país en una “recesión técnica”, según el Inegi y ante el virtual clamor para que pronto haya una

 reactivación económica, el presidente López Obrador, un político que a veces ha dado pruebas del pragmatismo más puro, acaba de admitir en su propia casa, el Palacio Nacional, la necesidad de que haya inversión privada para detonar el crecimiento económico, crear empleo y abatir la pobreza. ¡Qué bueno!
Es claro que el nuevo mensaje presidencial trasunta un vuelco respecto de las declaraciones hechas en septiembre pasado, en su mensaje por el primer informe de gobierno –así se tituló- cuando el mismo López Obrador dijo que un elemento básico de su política consistía en “hacer a un lado, poco a poco desechar la obsesión tecnocrática de medirlo todo en función del simple crecimiento económico”, que esta vez admite como una necesidad nacional.
Añadió entonces, hace sólo tres meses, que su gobierno consideraba que “lo fundamental” no era “lo cuantitativo, sino la distribución equitativa del ingreso y de la riqueza”. Sorprendió entonces al enunciar prácticamente que el crecimiento no resultaba lo más importante para su gestión.
Y sin embargo, en la víspera, al anunciar el programa nacional de infraestructura, el mandatario reconoció la necesidad de la inversión privada para apuntalar el crecimiento económico, generar empleo y abatir la pobreza, algo que urge a todas luces en el país.
“Aún en China es cada vez mayor la inversión privada”, subrayó López Obrador ante decenas de empresarios y capitanes de empresa reunidos en Palacio Nacional, entre ellos Carlos Slim, Carlos Salazar, Luis Niño de Rivera, Antonio Del Valle y otros más.
López Obrador dijo que en México la inversión privada es casi igual al 80 por ciento de la inversión global. Reconoció que la inversión pública “es importante”, pero sólo “como inversión semilla” y para detonar el crecimiento junto con la inversión privada, que hasta en la China comunista es “cada vez mayor”.
Así que si hasta China, el gigante asiático que hoy día crece a tasas de sólo 6.5 por ciento promedio, requiere inversión privada, imagínese usted el caso de México, cuyo crecimiento este año podría estar apenas por encima del 0,1 por ciento.
En el caso chino, una economía que hasta hace poco crecía a tasas anuales promedio del 10 por ciento, un índice del 6 o 6.5 por ciento, resulta precario.
Así que bienvenido el pragmatismo presidencial en momentos en que aún los no expertos están clamando por una reactivación económica precisamente para hacer posibles la creación de empleo y el abatimiento de la pobreza.
En el mismo evento de la víspera, Alfonso Romo, titular de la Secretaría de la Presidencia y él mismo un empresario, refirió 45 áreas de trabajo y 147 proyectos de infraestructura que iniciarán en el 2020. Romo fue enfático en advertir que el evento de Palacio Nacional era “real y no político”. Se trata, dijo, de “un programa viviente”, que supervisarán los titulares de las Secretarías de Economía y Hacienda, también presidentes en ese evento.
Romo dijo que este programa de infraestructura será sólo “un primer capítulo” de las previsiones para los próximos cinco años del gobierno de Amlo.
El mandatario dijo que este programa, que montará unos 43 mil millones de dólares, marca la decisión del gobierno de “echar a andar un motor, sin duda el más importante de inversión privada nacional”.
Coincidieron con López Obrador, Carlos Salazar y Niño de Rivera, al señalar que se trata de un primer paquete de proyectos para impulsar el crecimiento económico, generar más empleo y abatir la pobreza que agobia a millones de mexicanos.
¡Enhorabuena pues! Ojalá que este pragmatismo presidencial a la vista alcance al país para mejorar la situación económica que, a decir verdad, es precaria.
López Obrador no ahorró esta vez florecitas a los empresarios, con quienes negó que pudiera tener diferencias o problemas. “Al contrario”, dijo. Esperemos.
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@RobertoCienfue1