Próceres” de la corrupción

Entre las lecturas posibles de la detención del ex titular de Seguridad Pública del calderonato, Genaro García Luna, figura

 una que trasunta un propósito claro del gobierno de la 4T por iniciar y/o contribuir como en este caso el combate de la impunidad, que por años, décadas y aún siglos se ha enquistado en México como un verdadero cáncer que corroe y debilita el andamiaje estructural del país.
Es tiempo ya de encabezar una verdadera cruzada contra la corrupción y su hermana: la impunidad en México. Se juega en verdad la vida y la viabilidad del país en esta lucha.
Un punto adicional en este empeño es que si en verdad se acomete un esfuerzo serio por erradicar o al menos disminuir el cáncer de la corrupción nacional, se obtendrán frutos de profilaxis social contra un fenómeno tan pernicioso y aún letal como el mencionado para el país.
Quienes se vean tentados a delinquir desde cargos públicos de alta responsabilidad deberán pensarlo varias veces antes de acometer el empeño porque sabrán lo que se están jugando.
Estoy seguro de que la elección de López Obrador a la presidencia de la república fue posible gracias a la convicción o al menos la creencia incluso de muchos de los votantes en que pondría un coto a la corrupción rampante o la sospecha de ésta, cuando menos, durante los gobiernos que precedieron a la 4T.
Muchos simpatizantes, que no militantes de hueso colorado del morenismo, sufragaron por López Obrador convencidos o esperanzados al menos de que él podría iniciar una transformación del país a partir de un esfuerzo creíble para al menos contener y aún debilitar tanta corrupción en las altas esferas de la política nacional, donde –insisto- la impunidad era la clave perfecta que completaba el círculo de hierro de semejante flagelo.
Y es que pocos se explican de manera convincente y razonable el súbito enriquecimiento de no pocos “próceres” de la política y la corrupción. Apenas un dato resulta inexplicable: cómo puede explicarse la acumulación de una riqueza en tan pocos años que montó en el caso de Garcia Luna casi 100 millones de dólares. ¿Trabajo honrado? ¿Ahorros persistentes y posibles a lo largo de mucho tiempo? ¿Sueldos colosales? La duda trabaja en contra del implicado y detenido ex titular de la seguridad pública del país.
Cito un proverbio castellano, según el cual “rico y de repente, no puede ser santamente”.
Habrá que esperar ahora el resultado de las pesquisas en Estados Unidos y de la colaboración en el caso que pueda prestar el gobierno mexicano. Es de esperar que haya más involucrados en los enjuagues de García Luna como por lo demás es muy previsible. Veremos. Será profiláctico contarlo.
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@RobertoCienfue1