Lecciones trágicas

Tras el trágico incidente armado en una escuela privada de Torreón, Coahuila, queda mucho por esclarecer y en particular para 

 deslindar responsabilidades –que las hay en diferentes ámbitos- a fin de impedir un eventual nuevo episodio de violencia escolar e infantil, y peor aún, homicida.
Se trata de ir mucho más allá de dar a conocer única y morbosamente los detalles del ataque armado que perpetró un niño -11 años- en una escuela prestigiada de administración privada.
Algunas de las primeras preguntas que debemos hacernos deberán incluir: ¿cuál era la salud mental y anímica del pequeño? Sabemos que José Ángel perdió recientemente a su madre y que su padre, se distanció del menor. Es imperativo aclarar si el niño, víctima y autor de estos hechos tan aciagos, sufría algún tipo de “bullying”, esa malhadada agresión tan común en muchos centros educativos del país. La “inspiración” de sucesos similares en Estados Unidos, podría ser una vertiente a investigar, lo mismo que el llamado “copycat”.
Sabemos que José Ángel estaba bajo el resguardo de sus abuelos maternos. A propósito, sería bueno meditar sobre la conveniencia de la idea de promover que los abuelos cuiden y atiendan a sus nietos a cambio de dinero público. Antes que esa mala alternativa, me parece, debido a que en la mayoría de los casos, los abuelos más bien están para que los cuiden a ellos antes que para les endilguen responsabilidades tan serias en el ocaso de sus vidas, los niños deben ser atendidos en espacios expresamente diseñados para cuidar y favorecer su desarrollo físico, mental, cognitivo y conductual. La formación de ciudadanos constituye o debe constituir una tarea irrenunciable del Estado, en la que por supuesto las familias y aún la ciudadanía en su conjunto juegan un papel crítico.
Otra pregunta clave consiste en determinar por qué el niño José Ángel tuvo acceso a dos armas de fuego. Esto es importante porque podría y debería impedir que niños y/o adolescentes tengan armas a su alcance. Un llamado para las familias del país, en particular cuando se ha promovido la peregrina idea, aún desde ámbitos legislativos, del armamentismo privado para contrarrestar las acciones del crimen organizado como si se tratara de un asunto del ámbito personal y no de una obligación –otra vez- del propio Estado, en un ambiente de violencia muy grave en prácticamente todo el país, y que contrasta con la ausencia de una política racional y sobre todo eficaz del uso legítimo de la fuerza.
Pese a una violencia in crescendo en gran parte de la geografía nacional, los criminales gozan hoy día de una salud inmejorable y de una impunidad que espanta casi a todos los mexicanos.
El caso del niño José Ángel también plantea un llamado de atención a las autoridades escolares para que asuman la tarea y cumplan su responsabilidad de cuidar y vigilar la sanidad de los educandos.
Las escuelas, espacios donde los estudiantes pasan muchas horas de cada día, también deben ser los mejores reductos para la formación moral y ética de los inscritos, más aún cuando están en pleno proceso de formación. La idea de que las escuelas sólo deben ser ámbitos para la transmisión del saber o de conocimientos técnicos o científicos es muy reducida y sus efectos resultan incluso peligrosos por su reduccionismo. Las escuelas, sobre todo de educación básica y aún media, deben favorecer el desarrollo integral del estudiante o ser humano y no reducir su importante papel a la transmisión de conocimientos técnicos o científicos. Las escuelas, insisto, deben propender a ser centros de formación personal en las escalas más amplias y posibles.
Los trágicos sucesos en el Colegio Cervantes también trasuntan la persistencia de patrones de conducta violentos en un país sometido en alto grado a una violencia de todo tipo, que sigue incontenible y que ha escalado en los últimos meses según todas las cifras oficiales disponibles. Es un imperativo serenar al país por el bien de todos. Pero para garantizar este derecho humano es clave el diseño de políticas públicas de contención de la violencia en una primera etapa y más tarde de sofocamiento con base en todos los recursos de que dispone un Estado.
Tenemos por delante los mexicanos, todos y en los tres ámbitos de gobierno, una tarea colosal si queremos en verdad construir un país viable, civilizado, educado y más tarde desarrollado. Mal va nuestro país si en una escuela prestigiada, según se ha dicho, como el Colegio Cervantes ocurren hechos criminales.
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@RobertoCienfue1