¿Reforma fiscal? 

Otra vez, y aún bajo el riesgo de que el presidente López Obrador lo corrija, el titular de

 Hacienda, Arturo Herrera, soltó en la víspera la posibilidad de acometer una reforma fiscal. El tema sigue entre las alternativas del gobierno para atender sus ingentes y aún crecientes necesidades financieras, en un contexto de abultado gasto social y contracción económica.
Herrera, quien ya ha sido reprendido y corregido por el presidente López Obrador, dijo tras una plenaria de Morena en la Cámara Baja que la reforma fiscal “es un tema que debemos ir estudiando”.
López Obrador ha sido machacón –como siempre- en negar una eventual reforma fiscal. Si acaso, ha admitido, sólo podría ser una alternativa hacia la segunda mitad de su gobierno.
Pero Herrera dijo la víspera que aun cuando “No queremos adelantarnos mucho”, si “queremos” una discusión amplia de todos. “Dado que todos vamos a pagar más, de una forma o de otra, sí queremos que sea una decisión muy consciente tomada por todos los mexicanos”, selló el titular de las finanzas públicas del país que –insisto- se arriesga a que le den un sopapo como ocurrió por las declaraciones que como subsecretario de Hacienda hizo al Financial Times en torno a la refinería de Dos Bocas.
Pero otra vez y con la tozudez que lo caracteriza López Obrador ha rechazado hasta ahora una reforma fiscal. Incluso desestimó declaraciones a favor de esa reforma nada menos que de Cuauhtémoc Cárdenas, quien hacia finales del año pasado se pronunció a favor de una reforma fiscal que entre sus objetivos incluyera un aumento de la recaudación fiscal para enfrentar los “muchos problemas” del país.
Cárdenas dijo entonces que una reforma fiscal debería establecer los mecanismos y porcentajes que deberían corresponder al gobierno federal, a los estatales y municipales, que ahora “están muy desequilibrados”.
Pero nada. López Obrador ratificó su rechazo a una reforma fiscal.
El asunto, que por supuesto implicaría un gasto de capital político para la 4T, seguirá en el candelero. Hace unos meses, y en este mismo espacio dije que resulta curioso y aún paradójico, que en un país como el nuestro, tan urgido de recursos financieros para detonar el desarrollo a través de la inversión en áreas críticas y de enorme impacto económico y social, los municipios, unos 2500 en cifras redondas, desperdicien todavía o al menos sigan sin aprovechar el gran potencial recaudatorio que tienen al alcance de su mano.
Entre los motivos de este desdén señalé como probable el propio desinterés de los munícipes, o tal vez la ausencia de una infraestructura básica para activar la palanca fiscal, la escasa cultura ciudadana tributaria o, peor aún, la ancestral desconfianza del gobernado en torno al manejo honrado de los recursos que se acumulan en las arcas públicas, donde –dice la conseja- hasta el más justo peca. Alguno, o todos estos factores, juegan en el fenómeno, supongo.
A propósito del tema fiscal, el Coordinador de Ingresos e Impuestos del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), Adrián García Gómez, coincidió entonces en señalar que efectivamente “existe un gran potencial recaudatorio en muchos municipios” del país.
Alertó que “éste debe ser uno de los temas centrales” en cuanto llegue el momento de discutir una reforma fiscal, un tema aún pendiente en México y al que de igual forma, se teme aun y cuando la recaudación tributaria del país resulte “la más baja, medida como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), dentro de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
García Gómez dijo que en el futuro habrá que discutir a fondo la necesidad de una nueva reforma fiscal, en donde se indaguen temas pendientes desde hace muchos años, como el fortalecimiento de la recaudación de estados y municipios y los impuestos al capital.
El especialista alertó sin embargo el cambio “muy marcado” por el lado del gasto gubernamental bajo la 4T, “sobre todo en el gasto social”, donde hay un viraje hacia una política “de transferencias directas” a los beneficiarios bajo el argumento de que existía una gran corrupción, y como consecuencia una pérdida de recursos por los intermediarios.
“Es muy pronto para analizar el impacto que este nuevo enfoque tendrá en el bienestar de la sociedad, sin embargo, hay cuestiones que prenden focos rojos, como que muchos de estos programas no tienen reglas de operación y que el mecanismo de transferencias directas se pueda utilizar con fines políticos”, indicó.
Todo esto en un escenario de contracción económica según datos del INEGI, recién revelados. Ya se verá. Después de todo, no hay plazo que no se cumpla ni día que no se llegue.
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@RobertoCienfue1