¿Estratega electoral o protector de los pobres?

La estrategia política de don Manuel Andrés López Obrador de utilizar a los pobres como

 un escudo impenetrable y a prueba de todo, le está rindiendo resultados óptimos en lo personal, siguen diciendo las encuestas de opinión, pero cabe preguntar si el uso de semejante coraza resulta igual de fructífera en conjunto para el país, que según el Inegi registró un ligero decrecimiento económico en 2019.
Planteo la interrogante a propósito de un discurso que el primer mandatario nacional pronunció la víspera allá por las tierras de Milpa Alta ante una audiencia predominantemente indígena y pobre –casi un pleonasmo-, y donde no dudó ni tantito en pronunciar su inspiradora frase célebre: “¡fúchi, caca!”, al referirse a la corrupción, un fenómeno cuya promesa de combatir también le rindió ingentes frutos en su azarosa y prolongada carrera por la presidencia del país.
Desde sus tiempos como jefe del gobierno de la ciudad de México, quien por aquel entonces –julio de 2004- pidió que lo diéramos por muerto para la carrera presidencial de 2006, don Andrés Manuel ejecutaba la dádiva para los pobres, una enorme clientela política potencial en este país de pobres, predominantemente. No fue mala la apuesta política, hay que reconocer. Por el contrario, fue una excelente idea hacer de los pobres el mayor mercado electoral. Tardó pero dio abundantes frutos en 2018.
Así, ya desde entonces –insisto- se hacían escuelas para pobres, hospitales para pobres, casas para pobres, y tiendas para pobres. ¿Buena idea? Excelente políticamente, pero incompleta, o coja habría que decir, para cualquier país que requiere desarrollo y sobre todo formas de sustentarlo en el tiempo a través de la participación amplia y vigorosa de los sectores y actores más pujantes, innovadores y dispuestos a invertir y aportar. La ausencia de esta “segunda pata” podría explicar el decrecimiento económico al cierre del 2019 que nos acaba de informar el Inegi, aun y cuando don Andrés Manuel insista en negarlo con una temeridad que aterra.
Un dato adicional de esos tiempos, en los que don Andrés Manuel incubó sus primeras prácticas para cautivar a los pobres, fue su idea de impulsar la construcción de los famosos segundos pisos en la capital mexicana.
En este caso analistas vieron el intento andresiano de ganar adeptos entre los capitalinos clase medieros con posibilidades económicas para usar transporte privado. Otros señalamientos críticos fueron entonces hechos contra el jefe del gobierno capitalino por la opacidad de los contratos otorgados para esas obras de infraestructura urbana y que luego se supo beneficiaron nada menos que a José María Riobóo, un ingeniero relevante y considerado el constructor consentido de don Andrés Manuel. Pero esa es otra historia.
Aquí el punto es señalar que don Andrés Manuel pintaba ya desde entonces como un político amoroso de los pobres y desdeñoso de otros sectores poblacionales, también parte de México, aun y cuando decirlo parezca una obviedad.
Con el señuelo de “primero los pobres”, don Andrés Manuel olvidaba –lo sigue haciendo- a una masa crítica poblacional para el desarrollo. A esos que más bien fustiga y etiqueta sin perder oportunidad alguna, como lo hizo recientemente en Milpa Alta.
Como padre protector de los pobres de México, don Andrés Manuel los ha equiparado incluso con “mascotas” o animalitos a las que no se les puede pedir que busquen su alimento, sino que “se les tiene que dar”. Es lo que ha hecho sin que nada importen los recortes por todos lados, algo que mina las posibilidades, oportunidades y urgencias de desarrollo nacional.
Por ello como acaba de hacer en Milpa Alta presume tanto los apoyos a los pobres. Dinero para todos ellos, parece ser la consigna sexenal. Y los pobres pobres pues felices, así se les convierta en miembros de ejércitos de pedigüeños, limosneros o menesterosos porque no será esta la forma para que dejen de serlo. Al contrario, se acentuará el fenómeno de la pobreza y el éxito de los políticos que hagan de esto un negocio redondo sufragado con dinero de los contribuyentes. ¿Si la pobreza se acaba qué negocio político quedaría en pie?
El gran Máximo Gorki dijo: “Si despojas a los ricos, consigues empobrecerles; pero no consigues enriquecer a los pobres”, a quienes don Andrés Manuel equipara con mascotas.
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@RobertoCienfue1