Blandir una lata de gasolina

Un muy buen amigo mío, colega además, que radica en San Francisco, California, me escribió

 la víspera lo que a continuación comparto por considerarlo importante y aleccionador para México, el muy alicaído socio de Estados Unidos y Canadá en el llamado Tratado comercial que se prevé cobre vigencia el primer día de julio próximo.
Va el texto:
“Te escribo para decirte que este país está, como mínimo, al borde de una crisis constitucional o, peor aún, en la antesala de un autogolpe de derecha.
El sujeto que ocupa la Casa Blanca acaba de anunciar su intención de sacar a la calle a las fuerzas armadas, si los estados no consiguen controlar los disturbios generalizados de los últimos días, en violación flagrante de la Posse Comitatus Act, que expresamente prohíbe activar al sector militar en operaciones internas en contra de la población civil.
El país está en llamas y ese sujeto anda por ahí con una lata de gasolina en la mano. No tuvo capacidad ni interés en atajar oportunamente el contagio ni contener el avance de la pandemia una vez declarada. No tuvo ni tiene la capacidad de raciocinio necesaria para contrarrestar los efectos perfectamente predecibles del encierro sobre la economía y las vidas de la ciudadanía. No tiene interés ni la capacidad, y mucho menos la disposición, de dar un mensaje de unión y reconciliación ante las manifestaciones de repudio al racismo --racismo que él mismo ha promovido desde su alto cargo. Lo único que ha hecho, y lo único que al parecer siempre ha hecho, es revolver el río, por aquello de que "en río revuelto, ganancia de pescador". En esto último no se le puede negar pericia.
Yo temo que se va a valer de una situación que él mismo ha contribuido a agravar para decretar un estado de excepción, suspender las garantías constitucionales y el estado de derecho, y suspender o postergar las elecciones presidenciales de noviembre. Ya sabe que con cada día que pasa sin que la situación mejore --y no tienen visos de mejorar, para nada--, sus posibilidades de ganar las elecciones se alejan un poco más. Y temo que, en medio de su insanía, ni siquiera se asome en el horizonte de su mente enferma un atisbo de pensamiento en el bien colectivo. Todo gira alrededor de él. Todo es él. Nada existe fuera de él. Y como su propio sentido de integridad y supervivencia depende de no aceptar otra cosa y mantener esa ficción (que para él es la realidad), nadie más existe y por lo tanto el bienestar y la supervivencia de las demás personas, aquí y allá, no son una consideración en lo absoluto. Yo temo que, planteada así la situación, es fácil concluir que la cuestión final se defina como "o es él, o el resto del mundo". Así de sencillo. No hay de otra.
Perdóname por sonar tan agorero y fatalista.
Si llega a haber elecciones en noviembre, eso va a ser únicamente gracias a la sabiduría implícita en la Constitución, el activismo de la gente corriente en la calle y la firmeza de lo que pueda quedar incólume e impoluto del Poder Judicial y, con algo de suerte, del Legislativo. Y aun así, si las encuestas se corresponden con el resultado final de las elecciones y efectivamente las pierde, no hay garantía alguna de que no haga lo que pueda para terminar de desarticular el estado y la nación antes de la asunción del próximo gobierno.
Jamás pensé que algún día me encontraría en una situación semejante y mucho menos aquí. Indudablemente estamos en un momento crucial, no solo para este país, sino, para el mundo entero”.
No agregaré más al texto de mi amigo, cuya identidad reservo, salvo para apuntar que ojalá nos diga algo o mucho de lo que viene y pronto. Que cada quien tome sus providencias con base en su propia lectura.
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@RobertoCienfue1