Regreso crucial

Está tomada la decisión gubernamental de reabrir el próximo lunes 30 de agosto las escuelas de educación básica del país a todos los niños y

adolescentes que deseen reincorporarse de manera presencial a las aulas, al cabo de una ausencia de más de 17 meses, un hito seguro

 

No debió resultar sencilla esta medida para el gobierno de López Obrador, pero hubo de tomarla en una circunstancia harto compleja y, más peligrosa, por el riesgo que supone la irrupción hasta de millones de pequeños y adolescentes en miles de escuelas. Ojalá, cabe decir y desear, que el regreso escolar resulte exitoso y marque un campanazo decisivo para la eventual normalización de estas actividades, consideradas ahora esenciales.

En esta decisión que -insisto- no debió resultar fácil de tomar, hay que acompañar al gobierno de López Obrador, sobre todo con la expectativa de que haya sido la correcta a medir por una baja y ojalá nula propagación de la pandemia entre los escolares. Eso es lo que tenemos que esperar, nunca un nuevo desastre sanitario que pudiera cobrar las vidas y/o la salud de muchos escolapios, sean estos hijos o no, sobrinos o hijos de amigos.  A unas cuantas horas de la reanudación escolar en aulas, quien esto escribe hace votos porque la vuelta a clases resulte todo un éxito.

Para las madres y/o padres de familia tampoco será fácil la decisión de enviar a partir del lunes próximo a sus hijos a las aulas de primarias y secundarias. Es altamente probable que muchos aguarden unos días más para constatar el resultado del retorno escolar antes de tomar cualquier determinación definitiva. Sabemos que muchos padres y madres de familia o incluso tutores preferirán asumir el costo de la pérdida de uno o dos años de escuela antes que correr el riesgo de ver enfermos o en otras circunstancias más graves a sus hijas e hijos.

Vaya circunstancia y vivencia social la impuesta por el Covid-19. Como generación estamos ante un escenario inédito, excepcional y complejo en grado extremo. Muchos, incluso vacunados, estamos contando el tiempo de manera distinta respecto a como lo ha hecho cualquier otra generación que nos haya antecedido. Hoy día, el tiempo se cuenta conforme al reloj que impone el periodo de incubación de la enfermedad del Covid-19 y también conforme al punto de inflexión que registra el contagio una vez contraído. El covid-19 ha trastornado de manera drástica el tiempo contado a través de los segunderos de cualquier reloj. Sólo quedan relojes hechos añicos tras la dramática irrupción de la pandemia, que en mala hora llegó y que esperamos se vaya en la más breve hora del futuro inmediato.

Asumo que el lunes próximo, las madres y padres que decidan enviar o llevar a sus hijos a las escuelas vivirán una jornada sin precedente y aún histórica en sus existencias. A las numerosas recomendaciones que anteceden todo inicio o reinicio escolar, se sumarán ahora muchas más con la esperanza de impedir el Covid-19 y conjurar el riesgo de la enfermedad. Estoy seguro que la inmensa mayoría de padres y madres de familia implorarán la protección divina, más exigirán a sus hijas e hijos que no aflojen y mucho menos rompan los protocolos de seguridad ya conocidos. Tendrán una jornada inolvidable para el resto de sus vidas.

Las maestras y maestros también se adentrarán en un mundo singular y sin registros previos. Tendrán que hacer acopio de todas sus artes para lidiar con ese primer día, y aún todas las emociones de sus educandos. Deberán cuidar al extremo su propia salud y la de sus pupilos. Será un día para no olvidar, en el que les deseamos éxito y suerte infinita. Indeseable la derrota en esta guerra frente a un enemigo silencioso, invisible, pero voraz.

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@RoCienfuegos1