Adolescentes

Dos adolescentes, uno de 17 años, el otro de 15, participaron de manera directa el viernes último en dos hechos de violencia armada ocurridos en cosa de

horas. No son los únicos sucesos criminales que involucran a adolescentes, casi niños, en el país. Ojalá y este tipo de hechos se redujeran a incidentes aislados, en los que niños y adolescentes toman parte principalísima de hechos criminales.

Por el contrario, el reclutamiento y participación de muchachos mexicanos en las filas del crimen tiende a acelerarse. Los hechos indican que en materia criminal, mientras más jóvenes mejor. Se repiten así las historias de los niños sicarios, o niños halcones que inician de esta manera sus carreras delincuenciales.

Hace menos de una semana, otro par de jóvenes a bordo de una motocicleta, protagonizó en la esquina de Carracci y Fragonard en la colonia Insurgentes Mixcoac, un intento de asalto a mano armada contra un hombre también joven, que más por azar del destino que por vigilancia o impedimento policial, pudo salir indemne del lance criminal en su contra.

El viernes vimos cómo un chamaco -por usar este término coloquial- de 17 años, junto con un cómplice hasta ahora prófugo, abrió fuego con un arma 09 milímetros contra un empresario restaurantero muy cerca de la zona federal donde se asienta el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, “Benito Juárez”. El adolescente topó con la muerte porque fue arrollado y repelido con un arma de fuego por un escolta militar. El mozalbete quedó herido y tendido en el asfalto, donde murió. Su cómplice huyó.

Un segundo incidente donde otro adolescente de 15 años, casi un niño, resultó herido de bala sobrevino a bordo de un vehículo de transporte público en el vecino municipio de Tonanitla, estado de México. Cuatro personas, entre ellas una mujer también joven, intentaron despojar de sus pertenencias a los pasajeros del transporte público, seguramente gente sencilla, humilde, de trabajo cotidiano. Tres de los cuatro agresores pagaron con su vida la odisea criminal que pretendieron consumar.

Un presunto militar, que viajaba en el transporte, reaccionó y en un tris se llevó la vida de tres de los cuatro atacantes, cuyos cadáveres fueron lanzados casi inmediatamente a la vera de la vía. Aunque herido, un mozalbete de 15 años sobrevivió a esta aventura criminal, que -insisto- tiene entre sus actores de manera creciente a los más jóvenes del.

Que hechos como los arriba narrados ocurran y se multipliquen en el país deja ver que algo o mucho debe andar muy mal con el enfoque o las políticas para llamarlas así del gobierno de la 4T, que dizque tienen como objetivo atacar las causas del crimen, que según el discurso oficial tiene que ver más con la falta de oportunidades, desigualdad social y/o abandono de los jóvenes por los gobiernos neoliberales del pasado. En su lugar, el gobierno a cargo ha postulado como política pública “los abrazos y no balazos” y programas como Jóvenes construyendo Futuro. Este gobierno también ha amagado con acusar a los jóvenes delincuentes con sus madres, padres o abuelos para que les den unos cuantos jalones de orejas o utilicen un buen chancletazo a fin de corregirlos. Imagínese usted. Esto se ha dicho desde la máxima tribuna pública o el oráculo de Palacio Nacional. También se han hecho llamados a los malos para que se porten bien y se inscriban en las filas de la bondad nacional, que presuntamente campea a partir de julio de 2018.

Pero a juzgar por hechos criminales como los ocurridos el viernes, esta política de la presunta bondad no prospera con delincuentes, ni siquiera con los más jóvenes, que a veces resultan más sanguinarios porque es la tarifa de la maldad y el ascenso en la escala criminal a la que aspiran.

Del otro lado estamos los ciudadanos, los que cada día reclamamos que se cumpla la obligación que tiene el gobierno de garantizar la vida y el patrimonio de los gobernados. En su lugar, vemos la renuncia pactada o no, -da lo mismo- de los responsables de brindar garantías de seguridad a la mayor parte del país, los ciudadanos de a pie, que pierden vida y patrimonio en medio del crimen desbordado y sandeces oficiales , y aún increíbles por su grado de ridiculez.

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@ RoCienfuegos1